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José Guadalupe Posada, el Goya mexicano (…) Anecdotario

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“Tan grande como Goya, Posada fue un creador de una riqueza inagotable. Ninguno lo imitará; ninguno lo definirá. Su obra es la obra de arte por excelencia”
Diego Rivera (1886-1957) Muralista Mexicano

 José Guadalupe Posada Aguilar nació el 2 de enero de 1852 en el barrio del Encino en Aguascalientes. Germán Posada Serna y  Petra Aguilar Portillo tuvieron ocho hijos, cinco varones, cuyo primer nombre curiosamente  iniciaba con el nombre de José.

 José Guadalupe mostró un talento natural por el dibujo en caricatura. Apoyado por su hermano José Cirilo, José Guadalupe aprendió a leer y escribir para luego explotar su talento al ingresar a la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes.

 Al cumplir dieciséis años, y en constante pleito con su padre por considerar al dibujo como un entretenimiento de bohemios que sólo la haría pasar hambre toda su vida, Guadalupe ingresó como aprendiz al taller  litográfico de Trinidad Pedroza, con quien iniciaría la aventura que arrojaría a la luz al genio mexicano que retrataría la vida de los mexicanos en el final y principio del siglo XIX y XX.

José Guadalupe Posada realizó sus primeras caricaturas de carácter crítico contra el gobernador de Aguascalientes José Gómez Portugal, las cuales gustaron mucho y fueron publicadas en El Jicote. Presionado por el molesto gobernador hidrocálido, Posada decidió  cambiar de aires y  se mudó junto con Trinidad Pedroza a León, Guanajuato. Ahí  consiguió una plaza de maestro de litografía en la Escuela Preparatoria de León. Juntos, Trinidad y Guadalupe, abren un taller y se dedican a la litografía comercial, haciendo litografías en madera de cajetillas de cerillos, libros y documentos.

En 1873 Guadalupe regresa a Aguascalientes y se casa con María de Jesús Vela en 1875. Al año siguiente regresa a León y le compra su parte del taller a Trinidad Pedroza. De 1875 al 88, don Lupe colabora exitosamente con los periódicos La Gacetilla, El Pueblo Caótico y La Educación.

El 18 de junio de 1888, el fin del mundo cae sobre León ante la más espantosa tromba recordada por los leoneses en décadas. En cuestión de un par de horas de furiosa precipitación, León es casi borrado del mapa, arrojando al amanecer del día siguiente un pavoroso panorama: el centro de la ciudad bajo 2.50 metros de agua, 2000 casas destruidas, 250 cadáveres, 1450 desaparecidos, 5000 familias en la miseria. José Guadalupe pierde su taller en este apocalíptico diluvio y graba con su arte natural el reguero de muertos y destrucción que asola a la ciudad. 

Comenzando de ceros se mueve a la ciudad de México, donde comienza a ilustrar su arte en  periódicos famosos como: El Ahuizote, Nuevo Siglo, Gil Blas, El hijo del Ahuizote,  La Patria Ilustrada y la Revista de México. Su éxito es tan sorprendente que con sus ingresos experimenta una nueva técnica de grabado con planchas de  plomo, zinc y acero. 

El regordete hidrocálido, moreno, de cara ancha, con bigote de cerdas de  cepillo, mal encarado y parco, fue criticado y envidiado por los artistas capitalinos del momento. Su arte no fue tan reconocido en su momento como lo sería después de su muerte, un mes antes del asesinato  de Madero en la decena trágica. Catapultado a la fama por su admirador Diego Rivera, Guadalupe Posada pasaría a la inmortalidad como un artista equiparable a Francisco de Goya y Lucientes  y Pablo Ruíz Picasso.

Don Lupe tuvo la ocurrencia de representar la vida de los mexicanos mediante escenas cotidianas con calaveras de distintos tipos, algunas de ellas especialmente   asociadas con el día de muertos.  Posada más que temerle a la muerte, tendía a ridiculizarla en cómicas caricaturas y hacerla su amiga. Sus personajes muestran cómicamente las diferencias sociales entre ricos y pobres en el boyante México de Porfirio Díaz. 

Su temor a los desastres naturales, una forma análoga de respetar a la huesuda, los representa en inundaciones, erupciones, terremotos, tormentas, catástrofes cósmicas, nacimiento de seres deformes y el fin del mundo con el cambio de siglo. Escenas habituales con  calaveras en bicicletas, montando a caballo, de borrachines durmiendo la mona, prostitutas y   homosexuales, como la famosa  viñeta de los 41 jotos detenidos por la policía en plena fiesta y en la cual se encontraba ni más ni menos que el yerno de Porfirio Díaz, Nachito De la Torre, arrancaron risas a los mexicanos  y pusieron en predicamentos al regordete caricaturista, al grado de visitar varias veces la cárcel. 

   Caricaturas sensacionales, con personajes grotescamente dibujados, celebrando fiestas de barrio y de ricos echando la casa por la ventana, tomando café, cortejando damas con ropas de lagartijo en la Alameda, de porfiristas rateros y lambiscones, indios oprimidos, escenas de guerra, damas de sociedad en la Alameda. 

Su Calavera Garbancera o Catrina, rescatada y engalanada por Diego Rivera en 1947,  aparece en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, donde Diego se declara como hijo de Posada y de la Catrina, al posar junto a ellos con ropa de niño y la celosa Frida detrás de ellos.

   La Catrina representa al indígena que se hizo rico con la Revolución y ahora desprecias sus orígenes y costumbres, tratando de lucir europeo, ataviándose con ropas francesas.

   Posada tuvo una gran participación en la Revolución Mexicana como dibujante, grabador y litógrafo. Desde su inicio, mucho antes del estallido social en 1910, hasta su muerte en enero de 1913, don Lupe invadió las calles con volantes y panfletos apoyando a los trabajadores explotados por el sistema.

   Ilustró la vida revolucionaria con sus batallas, fusilamientos, corridos, toreros, soldaderas, juanes, trenes, zapatistas y villistas, Adelitas, charros, obreros, pelados, leperos, bandoleros, catrines, lagartijos, solteronas,  políticos y líderes del movimiento. Toco las fibras religiosas de los feligreses ilustrando milagros, aparecidos, curas  y santos.

El prodigioso dibujante y experto  grabador, alcanzó a su Catrina Garbancera el 20  de enero de 1913, a los sesenta años. Don Lupe murió tan pobre como vivió toda su vida. Años después de muerto, Diego Rivera le haría justicia a su talento dando a conocer el talento del artista.

   La influencia generada por Posada influyó en artistas posteriores como José Clemente Orozco, Diego Rivera, Francisco Díaz de León y Leopoldo Méndez, entre muchos otros.

   La grandiosidad de su arte es atesorado en el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Museo José Guadalupe Posada en Aguascalientes y en el Museo de Artes Gráficas en Saltillo, Coahuila, y en entre algunos particulares que presumen orgullosos algunos de los miles de grabados que el artista regaló desinteresadamente en el apogeo de su creatividad.

   Si Posada viviera en esta época nos arrancaría risas con sus memes sobre nuestros políticos, artistas,  deportistas,  AMLO y Joe Biden. Nada escaparía a su genialidad y ojo avizor.

   A la entrada sur de Aguascalientes,  podemos  contemplar su Calavera Catrina en el inicio de la avenida José Ma. Chávez. La calavera es de metal pintado en negro, y con el fondo blanco del muro, se contempla como una mural a muchos metros de distancia. Una obra maestra que pasa desapercibida a los cientos de automovilistas que pasan a diario por ahí.

La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera
José Guadalupe Posada

Alejandro Basáñez Loyola, autor de las novelas: “México en Llamas”;  “México Desgarrado”;  “México Cristero”; “Tiaztlán, el fin del Imperio Azteca”; “Santa Anna y el México Perdido”; “Ayatli, la rebelión chichimeca”; “Juárez ante la Iglesia y el Imperio” y “Kuntur el inca”.  

Facebook @alejandrobasanezloyola

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