Campaña político-electoral
Con sentido… Común Socio-política

LA TERCA REALIDAD Y LAS OCURRENCIAS

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Campaña político-electoral México 2018

“Para hacer un buen gobierno hay que gobernar con la razón”
PLATON

La reciente campaña político-electoral que acabamos de vivir en nuestro país nos reveló a propios y extraños, como pocas veces se había visto en la historia de eventos de esta naturaleza, una catarata impresionante de promesas sin ton ni son, carentes muchas de ellas del más elemental análisis y consecuentemente con una mínima o nula viabilidad de ser puestas en práctica.

Estas llamadas ocurrencias no pasarían de ser meras anécdotas de campaña si se hubieran quedado en eso. En tal sentido, pasarían a formar parte del cajón de los olvidos, tal y como suele suceder en cuanta campaña política se presenta en nuestro país. El problema de fondo surge en el momento en que quienes hicieron gala de ellas como candidatos, se  han convertido finalmente en ganadores de la elección. Pasar del dicho al hecho, independientemente de lo lejano que esto resulta, conlleva finalmente costos altísimos para la sociedad, cosa que nos lo dicta la experiencia y el propio sentido común.

Analicemos para tal efecto el caso de algunas de las ocurrencias más sensible e inclusive riesgosas de cuantas fueron dichas en campaña, por tratarse en última instancia de quien habrá de ser el Presidente de la República a partir del próximo 1º de Diciembre, Andrés Manuel López Obrador: 1. La desconcentración de las secretarías federales que se encuentran asentadas en la CDMX; 2. La reducción notable de sueldos en los mandos medios y altos y 3. La creación de la figura de un representante plenipotenciario del Presidente en cada entidad federativa.

Llevar a cabo un análisis de este tipo no implica hacer ninguna reflexión concienzuda o técnica que nos permita evidenciar lo inviable de tales ocurrencias; no, para ello basta remontarnos a acciones prácticamente iguales que en un pasado no muy remoto pretendieron ponerse en práctica en nuestro país y que a la postre arrojaron tal desenlace: su improcedencia. Veamos.

1.- Desconcentración de secretarías federales

Era el 20 de Septiembre de 1985, día siguiente de uno de uno de los peores terremotos que ha registrado la historia de México y en particular de su ciudad capital. Siendo yo Secretario de Economía del Gobierno del Estado de Puebla y dado el desastre físico que tal siniestro había provocado en muchas de las oficinas federales ubicadas en el Distrito Federal, uno de las primeras tareas que me fueron encomendadas por el Gobernador, en coordinación con funcionarios del gobierno del Presidente de la Madrid, fue analizar con carácter de urgente la posible reubicación de algunas secretarías, empezando por las que resultaran las menos complejas de trasladar, medido esto sobre todo en el tamaño de su personal.

Tal era el caso de una las más pequeñas del aparato federal, por cierto de reciente creación en ese gobierno, la Secretaría de Turismo y si mal no recuerdo, con un total de algo así como de 500 empleados laborando en ella, entre personal de base y de confianza.

Después de muchas encuestas que tuvieron que hacerse sobre todo entre los propios trabajadores de esa dependencia, de diversos estudios de movilidad e inclusive del análisis de la capacidad urbanística de la ciudad de Puebla para albergar a ese personal y a sus familias, se llegó a  la conclusión de que ni la gente estaba dispuesta o en posibilidades de dejar el DF, ni la capital poblana disponía de la infraestructura necesaria para recibirlos en su territorio. Un dato simplemente: cuando se empezó a escuchar el rumor de que se vendrían a vivir todas esas personas a la ciudad de Puebla, se desató una especulación impresionante de terrenos y casas habitación que freno por completo la posibilidad de que dicha gente pudiera adquirir o inclusive rentar un espacio para vivir.

Haciendo un simple ejercicio de imaginación en los tiempos actuales, pongamos en perspectiva el costo brutal que implicaría para la megalópolis que es en el 2018 la zona metropolitana de la ciudad de Puebla y para la gente misma que desea radicar en ella, el albergar a cerca de 15,000 burócratas que laboran en la Secretaría de Educación en la CDMX (más sus respectivas familias), dependencia ésta que precisamente se le ocurrió a AMLO trasladar a Puebla como parte de la desconcentración anunciada.

2.- Reducción de salarios de mandos medios y altos

En medio de una de las crisis financieras más virulentas que ha experimentado nuestro país, como resultado de la brutal devaluación de Septiembre de 1982 y la absurda nacionalización de la banca dada en aquellas fecha, todas las dependencias de gobierno, federales, estatales y municipales, sin distinción alguna, fueron objeto de un recorte de recursos sin precedente, a grado tal que inclusive se llegó a considerar la reducción de salarios, ya de por sí precarios, de los mandos medios y altos del gobierno.

Ocupando la cartera de una de las dependencias eminentemente avocadas a la promoción del desarrollo del Estado, la Secretaría de Economía, el recurso más valioso para emprender esa tarea era el personal de que disponía, cosa que implicaba, de hacerse realidad dicho recorte, lo siguiente: o iba a resentir una salida brutal de la gente más calificada o bien iban más temprano que tarde a presentarse actos de corrupción entre mis colaboradores, por aquello de la tentación de tener la necesidad de buscar “emparejarse” en una u otra forma. Afortunadamente fueron exitosas  mis gestiones para que esa idea de bajar sueldos no se implementara, pude pudiendo así seguir disponiendo de mi gente, recurso éste que era de hecho el único finalmente disponía para hacer mi tarea.

3.- Creación de los “super” representantes del Presidente en cada Entidad

Cuando en el año de 1974 se crearon los Comités Promotores de Desarrollo en cada entidad federativa por parte del gobierno federal, se dio un paso fundamental para que los gobernadores de los estados tuvieran una mayor injerencia en la decisión de las inversiones federales que se canalizaban a su territorio y que en gran medida eran ejecutadas en ese entonces por los delegados federales, que en el terreno de los hechos se constituían en auténticos virreyes, frente a los cuales los propios gobernadores doblaban la cerviz cuando de solicitar fondos se trataba.

Siendo Secretario técnico del Comité Promotor de Puebla, fui testigo de primera mano del enorme esfuerzo que representó el ir delegando cada vez mayores atribuciones a los gobiernos locales en materia de inversiones públicas federales, cosa que llevó varios años el hacer realidad, hasta el punto de que ahora vemos con gran naturalidad la enorme descentralización de obras y programas federales que en el presente son ejecutados por gobiernos estatales y municipales sin distinción alguna.

La conclusión de todo lo anterior es la siguiente. Resulta irónico por no decir absurdo, que en pleno siglo XXI se le haya ocurrido a quién será el próximo mandatario del país acciones que van a implicar lo siguiente:

1.- Un gasto más no inversión en materia de desconcentración de dependencias federales que se calcula, de acuerdo a datos recientes del diario Reforma, en alrededor de ¡125 mil millones de pesos que tendrán que ser erogados a lo largo del sexenio y el traslado de aproximadamente 500,000 trabajadores y empleados más sus familias! Como diría el clásico: ¡pero qué necesidad!; que se traduce en la pregunta de cuál será la utilidad real que traerá aparejado todo esto o por el contrario de qué tamaño habrá de ser el costo económico y social que tendremos que pagar los mexicanos por tamaña ocurrencia.

2.- El presidente electo ha dicho que va a ganar $105,000 de sueldo, lo que representa alrededor del 40% de lo que gana actualmente el ejecutivo federal, sueldo que constituye de paso el referente para que nadie por ley pueda ganar arriba de esa cantidad. En este sentido se calcula que cerca de 35,000 funcionarios (diario El Finaciero), únicamente del ámbito federal, ganan hoy en día arriba de esa cantidad. La pregunta que surge alrededor de esto es la siguiente: ¿cómo se va a sustituir a la gran cantidad de gente especializada y altamente profesional que en buena parte de los casos renunciara para buscar otras opciones más atractivas sobre todo en la iniciativa privada u otro tipo de organizaciones?

Frente a este preocupante panorama no será nada raro que afloren a menudo expresiones atribuidas hace ya muchos años a un personaje pintoresco vinculado a la política mexicana, el inefable tlacuache Garizurieta: “compadrito, no te pido que me des, ¡a mí sólo ponme donde hay¡”

2.- El nombrar ministros plenipotenciarios como representantes del Presidente de la República -que en el terreno de los hechos eso serán a final de cuentas- hará que retornemos a la época de Don Porfirio, tiempos que con el garlito de ser más eficientes en la toma de decisiones, no eran más que el pretexto oculto de tener un control político pleno sobre los gobernadores, para de pasada promover a dichos personajes al codiciado cargo de ser los siguientes ejecutivos estatales. En pocas palabras la vuelta en reversa de la historia, ni más ni menos.

“No podemos resolver los problemas utilizando la misma forma
de pensar que fue la que los creó en primer lugar”
Albert Einstein

Campaña político por Raúl Victoria Iragorri

Por Raúl Victoria Iragorri

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