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De Adela a, Adelita; Arenga Editorial

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Redacción, Paola Espinosa

Corría el año 1900, Ciudad Juárez, Chihuahua nació Adela Velarde Pérez, nombre. que dio identidad a las mujeres que se unieron a las fuerzas mexicanas en los años de la Revolución, soldaduras que peleaban justo con los hombres, además de hacer el papel de enfermeras, cocinar los alimentos, cuidar y curar a los heridos, cargaban a cuestas armas.

Adela se unió a la Revolución, se dice que, en contra de voluntad de sus padres, a la edad de 13 años, fue nieta de Rafael Velarde, quien fungió como general juarista y luchó en contra del imperio francés. Adela se dio a conocer por su destreza y eficiencia en la precisa atención a los heridos en el grupo de enfermeras recién formado por la señora Leonor Villegas de Magón, quien además era la presidenta de la Cruz Blanca.

Corría el año de 1913, el día 7 del mes de febrero cuando Adela aborda el tren del apartado de enfermería en la ciudad de Chihuahua locación en donde se inmortalizó su emblemática imagen, gracias a la fotografía de Jerónimo Hernández. Adela no solo era una niña valiente, sino que su personalidad y físicamente era agradable para los que la rodeaban, entonces comenzaron a llamarla Adelita, el sargento Antonio Gil del Río Armenta que era miembro de las Fuerzas de Francisco Villa fue su pareja y padre de su único hijo.

A pesar de que la guerra le arrebató a su pareja ella continuó con su compromiso en la Revolución Mexicana, la historia cuenta que Antonio Gil fue el compositor de “La Adelita” quien le llevaba serenata al tren donde se ubicaba la enfermería.

La rebeldía de Adelita la llevó a dejar una huella en la historia de nuestro país, a pesar del traumatismo que conlleva la guerra y que la propia guerra le arrebató a su familia incluyendo a su hijo en la Segunda Guerra Mundial, Adelita se muda a la Ciudad de México donde trabajó como mecanógrafa en la Administración de Correos.

A pesar de ser una de las leyendas emblemáticas para México, a sus sesenta años no vivía de la mejor manera, el Congreso de la Unión decide concederle una pensión meritoria en honor a su entrega y lucha revolucionaria además nombrando a las mujeres guerreras de esa gesta como “Las Adelitas etiquetándolas como algún historiador lo hizo “sin ellas los soldados no hubieran comido, dormido o peleado”.

En el año 1962 fue nombrada miembro de la Legión de Honor de México. En el año 1965 se reencontró con el antiguo jefe de su marido, el coronel Alfredo Villegas, se vuelven compañeros y seis años después Adelita deja el mundo terrenal para convertirse en la leyenda que es hoy en día.

Esperamos que recordándola y mencionando su nombre y su valor, reciba el mérito que forjó a lo largo de su vida como una mujer fuerte emblemática y revolucionaria.

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