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“Cri-Cri, el grillo cantor”; la magia de Francisco Gabilondo Soler y la radio

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Por: Margarita Estrada

Evocar aquellos años de mi infancia, cuando escuchaba, en discos de acetatos, que hoy son solo un recuerdo, las canciones infantiles que formaron parte de mi niñez, es para mí, como viajar en una cápsula del tiempo. 

“Caminito de la escuela. Apurándose a llegar, con sus libros bajo el brazo, va todo el reino animal”. Una fábula, una canción, casi un himno, que, en sus protagonistas, nos transmitió un gran mensaje: ahí en la escuela, que es para todos, está el espacio del conocimiento y el aprendizaje. 

“La Patita”: “Va corriendo y buscando en su bolsita, centavitos, para darles de comer a sus patitos. Porque ya sabe que, al retornar, toditos ellos preguntarán ¿qué me trajiste, mamá cua cua?, quedó en el imaginario colectivo, porque captó y reflejó la historia que afrontaban muchas madres para subsistir y proveer a sus familias de alimentos. 

Qué decir de la canción “El calendario”: “El conejo Chúchus, creció muy Altote, ya no quiere cuentos, prefiere deportes. ¡Cuántas cosas pasan y cuántas pasarán, mientras el calendario se siente adelgazar! habla de los cambios de la niñez a la adolescencia. 

Tiempo, vida, enseñanza, entretenimiento, canciones que cuando las escuchamos seguro nos decimos; Sí, es Cri–Cri, el grillito cantor. 

¿Quién era ese famoso grillito?

Un extraordinario músico y cantautor que nació a principios del siglo XX, Francisco Gabilondo Soler mejor conocido como Cri-Cri, quien cautivó y atrapó con sus canciones a niñas y niños, que lo siguieron a través de la magia de la radio: “¿Quién es ese que anda ahí?, es Cri-Crí, es Cri-Crí, ¿Y quién es ese señor? El Grillo Cantoooor”. 

La biografía de Gabilondo Soler nos cuenta que nació en Orizaba, Veracruz, tres años antes de que estallara la Revolución Mexicana, el 6 de octubre de 1907. Primogénito de Emilia Soler Fernández y Tiburcio Gabilondo Goya, con raíces españolas. Vivió su infancia rodeado de altas montañas, casi al pie del Pico de Orizaba y fue un observador nato del mundo que lo rodeaba, el cielo y las estrellas, quien supo escuchar los más increíbles sonidos de la naturaleza: el agua, el viento, el caer de las hojas, la lluvia; el mismo que disfrutó de la fauna del lugar, ardillas, pájaros,  insectos, vacas , perros, gatos, borregos, caballos, burros, conejos; un gran atleta, que gusto de la natación. Vaya pues, el que se hizo uno, con su entorno natural. 

En el cuento “Geografía Ingenua”, el grillito cantor narró: “en la escuela, aprendí que nuestro mundo es redondo y que se le puede dar la vuelta, como una hormiguita corriendo alrededor de una naranja. Eso me animó a hacer paseos cada vez más largos; memoricé las callejuelas que cruzan las huertas, me atreví a pisar la falda de las montañas y mi temeridad me obligó hasta seguir el cauce del río, tan lejos que cuando retorné de noche a casa, la aventura me costó una paliza”. 

Fue autodidacta, la escuela le aburría, logró terminar la primaria, más los cuentos y la música siempre fueron su predilección, así como el mar y la astronomía, sus grandes pasiones. 

Tenía siete años cuando sus padres se separaron y su abuelita se convierte en su mentora, en la mujer más importante en su niñez: Ella le narraba una infinidad de cuentos e historias increíbles, fomentó en él, junto con su padre, el gusto por la lectura y se convirtió en su musa inspiradora: “Toma el llavero, abuelita, y enséñame tu ropero con cosas maravillosas y tan hermosas que guardas tú…”.

Los rincones de la vieja casona de su abuelita fueron lugares que le resultaron inspiradores. “El Chorrito”, nació al observar una fuente que no funcionaba bien; una muñeca de su abuelita que al paso del tiempo quedó olvidada, dio vida a “La muñeca fea”. Ella muere en 1923, causando un gran dolor a Francisco que ya era un jovencito de 16 años. 

Quizá algo que muchos admiradores de nuestro famoso Cri-Cri desconocen, fue que él se sintió atraído por el pugilismo. Chico alto y de complexión atlética, se lanzó a la conquista del mundo del boxeo, no lo hizo mal y llegó a convertirse en el Campeón Welter de Veracruz, orgullo para los pobladores de Orizaba.  

A pesar del éxito aún no definía su camino. Cerca de cumplir 18 años, su padre le preguntó, ¿qué iba a ser de su vida, a que se iba a dedicar?  

En aquella época la linotipia cobró gran relevancia porque revolucionó el mundo de la industria editorial, así que su padre decide enviarlo a New Orleans, en Estados Unidos para que aprenda el oficio.   

En Nueva Orleans su vida daría un vuelco. Ahí, descubrió un nuevo mundo que enriqueció su existencia: un espacio geográfico en el que convergían diferentes culturas, expresiones artísticas, con olores, comidas, sabores, costumbres tan distintas a la suyas. Gustó de los grandes músicos del jazz y empezó a frecuentar los lugares donde se tocaba; se volvió asiduo visitante, olvidándose del verdadero propósito de su estancia, la linotipia y su oficio, motivo por lo que su padre le pide regrese a Orizaba. 

Más su estancia en la ciudad del jazz, le ayudó a perfeccionar su técnica para tocar el piano y aprendió a improvisar, lo que fue fundamental, en su carrera artística que asomaba ya.  

Antes de partir a los Estados Unidos, Francisco Gabilondo, sostenía ya un noviazgo con María Rosario Patiño Domínguez así que, al llegar a su ciudad natal, después de encuentros y desencuentros con su futuro suegro, se casa el 30 de mayo de 1927. Ante la situación, su padre le obsequió una librería, “La Atenea”, para que de ahí obtuviera ingresos para mantener a su familia. 

Tiempo después por problemas económicos la familia Gabilondo Patiño, junto con Don Tiburcio, deciden emigrar a la Ciudad de México, donde Francisco consigue   trabajo como pianista en el cabaret “La Primavera”, en el que labora por tres años mientras que por las tardes se desarrolla como proyectista en el Observatorio de Tacubaya.

En la Ciudad de México no escapó al gusto por la fiesta taurina, muy popular en ese entonces, su temperamento y arrojo, lo motivan a hacer lo que deseaba y así, se compró un traje de luces y pidió apoyo a toreros con trayectoria para que fueran sus maestros y compartieron con él, sus conocimientos sobre la tauromaquia. Debuta con el nombre de “El estudiante” en una plaza de Tacuba. Él amaba la fiesta brava, y lo que esta representaba, pero no le agradó que sacrificaran a los toros, y esa fue la principal razón parar abandonar sus sueños de convertirse en un torero de gran fama. 

Parar fortuna de la música infantil, dejó el traje de luces, e incursionó en la radio, el medio por antonomasia en la primera mitad del México del siglo XX. Primero como el Guasón del Teclado, en un programa humorístico y de crítica social, después, como presentador de un programa de música para niños, todo ello impulsado por su esposa quién además de ser funcionaria en la XEW, era su representante. 

Gerardo Australia, en su ensayo “Francisco Gabilondo Soler: su obra y sus pasiones; una herencia para México” describe: “La XEW lanzó un programa infantil, en la Othón Valdez, propuso la aparición de un grillo que toque el violín…”  El 15 de octubre de 1934, a la 1:15 pm.” Leopoldo de Samaniego, dijo a micrófono abierto: —Y ahora, escuchemos al pianista Francisco Gabilondo interpretar algo de su cosecha”.  Cantó “El chorrito; “La abuelita” y “El rey bombón” entre otras”. 

Al principio el programa se llamó Cuentos y canciones de Francisco Gabilondo Soler, a las dos semanas de su transmisión, los directivos decidieron cambiar el horario del programa, de la 1:15 a las 6:30 pm”.

Fue un éxito, porque permitió que padres, abuelitos, hijos, hermanos, tíos y nietos, se sentaran alrededor de la radio a escuchar sus cuentos y canciones. 

Lo que aprendió en Nuevo Orleans le ayudó a consolidar su éxito: “Nunca imaginé que mi personaje fuese a tener tal impacto en la radio; pegó de manera inusitada”. Comentó en una entrevista.  

Desgraciadamente con la Segunda Guerra Mundial, el panorama en el mundo cambia y afectó muchos aspectos de la vida, ante la falta de patrocinadores, en 1940, Gabilondo Soler dejó el programa y a la XEW. Como era un hombre muy inquieto decide vivir otras de sus pasiones, el mar y su inmensidad.  

Viaja al puerto de Acapulco, donde se empleó como ayudante en un barco mercante con dirección a la Patagonia. Conforme avanzaron las semanas las cosas se fueron tornando difíciles por la guerra, al llegar a Argentina no encontró trabajo. Pasó innumerables peripecias y aventuras, regresó a México en febrero de 1941, recibiendo uno de los golpes más duros en su vida, su padre había muerto. 

En el año de 1944 regresa a la XEW con un programa semanal. Su éxito radicó en conjuntar el cuento, la música, y sus canciones para niños y niñas, guiados por Cri-Cri el grillito cantor. Los animales se vuelven personajes centrales de sus canciones, como “Los tres cochinitos”, el perrito, al que le duele la muela, “El Ratón Vaquero”, “EL papá Elefante”, y muchos más; los objetos inanimados cobran vida como los juguetes, los números, las letras. 

Diferentes personajes, permean en el imaginario colectivo, donde los niños y niñas, pueden echar a volar su imaginación gracias a “Cri- Cri, El grillito cantor”, a la magia de la radio y Francisco Gabilondo Soler. 

El 30 de julio de 1961 se transmitió el último programa de Cri-Cri, por radio. En 1963, Carlos Amador produjo la película: “Cri-Cri, El Grillito Cantor” la secuencia animada de Los Tres Cochinitos, fue producida por Disney. Por cierto, Walt Disney, no logró convencerle para llevar a sus personajes a los dibujos animados. Para Gabilondo Soler, estos habían nacido en la radio y cada uno de sus escuchas los imaginaba diferente.

El 14 de diciembre de 1990 muere Francisco Gabilondo Soler en su finca de Texcoco. 

Gabilondo Soler nos dejó un gran legado de canciones inolvidables que podemos seguir disfrutando, así como cuentos y personajes entrañables como el “Ratón vaquero”, “Marcha de las canicas”, “El ropero”, “La fiesta de los Zapatos”, “Di por qué”, “Che…araña”, “El casamiento de los palomos”, “Los conejos panaderos”, “Canción de las brujas”, “Fiesta de los zapatos”, “Gato del barrio”. En fin, sería interminable la lista de canciones y cuentos que nos heredó. Si porque él creó un mundo para que los niños y niñas y a la par los adultos que llevan un niño por dentro, sigan imaginando y soñando. 

Entre las recomendaciones para conocer aún más de este prolífico creador, llamado alguna vez el Esopo Azteca, los invitó a leer de Gerardo Australia que es también un gran músico, su ensayo “Francisco Gabilondo Soler: su obra y sus pasiones; una herencia para México”.   

Sí es “Cri- Cri. El grillito cantor”.

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