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Historias contadas de boca en boca. Tradición oral y literatura infantil.

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“Cuéntame un cuento”, “Erase una vez”, “Y vivieron felices para siempre” son tal vez tres de las frases asociadas más conocidas en el mundo de la narración oral; práctica ancestral que nos permite conocer, de boca en boca, formas de vida, conductas y costumbres.

Vaya pues, los cuentos mismos, que nos describen los valores y antivalores en diferentes épocas, distintos países; las enseñanzas de la vida misma, y las alegorías que dan lugar al destino o castigo de quienes suelen ir en contra de ellas.

Muchas de estas historias han dado paso a los cuentos infantiles y los significados o interpretaciones, los colocaron por mucho tiempo   en el terreno propio del mundo adulto, se tuvieron que ir transformando para ser digeribles al pensamiento de los niños y niñas.

Afortunados podríamos llamarnos quienes crecimos escuchando en voz de nuestros padres, hermanos, maestros, lo mismo para entretenernos un rato, para conocer alguna enseñanza por una conducta considerada equivocada y, sí, para dormir, la historia de la niña que usaba una “Caperucita Roja”; o aquella de la chica noble y bella que pasaba el día limpiando la casa de su madrastra y los aposentos de sus hermanastras, “Cenicienta”.

O acaso la de los niños cuyos padres deciden dejar en el bosque abandonados porque ya no pueden alimentarles: “Hansel y Gretel”; la de la bella princesa que tejió su cabello para escapar de la celda en una torre en la que fue encerrada, “Rapunzel”; o la niña de blanca piel abandonada y rescatada por los siete enanos del bosque, “Blancanieves”, “El sastrecillo Valiente” “El traje nuevo del emperador”, “Pedro y el lobo”, y otros tantos de la literatura clásica para niñas y niños.

Cuentos infantiles cuyas versiones originales han sido adaptadas, a través del tiempo, a los dibujos animados, la cinematográfica, la radio, el teatro, y hoy, retransmitidos o presentados en múltiples plataformas digitales.

Muchos de ellos, revelando nuevas interpretaciones, otros significados, a partir de la gran carga de crueldad y violencia en sus versiones primigenias.

Modificados, censurados, transformados, acorde a los gustos de los diferentes públicos, a los intereses de editores, directores de cine, mercadólogos que han creado y diseñado juguetes, juegos, espacios de recreación, con todas estas historias, como olvidar a Walt Disney, que creó un emporio, con todos estos cuentos en su versión infantil.

En su mayoría estas historias tienen muchas versiones y distintos orígenes, lo mismo se contaron en occidente, que, en el lejano Oriente, en la Asia Central, en Europa, y llegaron América.

En coincidencia, hablan de chicas bellas de una nobleza extraordinaria, que son obligadas a trabajar como esclavas, o convertirse en esposas o mujeres de ricos y ambiciosos reyes, sultanes, hombres ricos y poderosos; víctimas de embrujos y encantos, de brujas o mujeres malvadas que las envidian;

príncipes encantadores de gran corazón dispuestos a salvar a sus doncellas, todo por amor.

Y en esta historia del cuento, aparecen los hermanos Grimm, eruditos filólogos, investigadores culturales y escritores alemanes cuyo legado para la humanidad fue recopilar una gran cantidad de estas narraciones en sus versiones orales, y después publicarlos en colecciones que las popularizaron.

Antes que ellos hubo otros, cierto, pero es a partir de las compilaciones de los hermanos Grimm que trascienden, los otros significados, o acaso, el verdadero mensaje que les dio vida.

En “Caperucita Roja”, una advertencia para todas las jovencitas para no desviarse del buen camino y cuidarse de los hombres que solo ven en ellas un objeto del deseo; siendo el lobo la representación de los hombres perversos que buscan aprovecharse de la inocencia;

“Pinocho”, que  enseña a los niños a no desobedecer a sus padres, a no desviarse por el camino fácil de la vida, ya que de ser así, podrían terminar convertidos en burros, animal cuyo simbolismo es la esclavitud de sus bajas pasiones; el fracaso rotundo en sus vidas.

Y no menos duro es la trama de la “Cenicienta”, en que la ambición de una madre es tan grande, que es capaz de cortar el talón del pie y los dedos de la extremidad de sus hijas, para que la zapatilla abandonada por la chica que robó el corazón del apuesto príncipe en una noche de baile real, encaje y una de ellas pueda convertirse en princesa, y ella en la suegra del joven soberano.

Reacciones que como analizaría Michel Foucault están relacionados con el micropoder que circulan en el orden social, además de naturalizar la esclavitud y el maltrato cotidiano de una joven desamparada.  

El caso de la “Bella y la Bestia”, en una de sus versiones cuenta que las hermanas de Bella quieren hacerle daño, y la lanzan a la bestia para que la devore, pues ellas no poseían las cualidades y hermosura de su hermana menor;

y fueron convertidas en estatuas de cal, condenadas a vivir, así como castigo hasta que la envidia deje de ser su mala consejera.

En otra versión, es la joven, que se ve forzada a vivir con una bestia, para salvar a su padre.

Mensaje que alertaba a muchas chicas, sobre la vida tormentosa que les esperaba, con matrimonios arreglados por conveniencia social, para salvar a su familia de la ruina, o al descubrir que el hombre con quién habían contraído matrimonio, con el paso del tiempo se había convertido en una bestia, con el que tendrían que convivir hasta el día de su muerte.   

La realidad es retratada en un cuento, dos niños abandonados por sus padres al no poder hacerse cargo de ellos, la explotación que sufren a manos de seres sin escrúpulos como el caso del cuento de “Hansel y Gretel”.

Así mismo otras más, la “Bella Durmiente”, en cuyo primer aniversario, será condenada a la muerte por un hada vecina de su reino que no fue convidada al festejo y que no morirá, pero tendrá que permanecer un siglo dormida gracias a un don otorgado por una de las hadas invitadas, pues a los 15 años se pincharía con el huso de un rueca;

como una interpretación de que siempre hay un destino que se cumple y que sólo es modificado por el amor de un príncipe lleno de virtudes, aquellas que en muchos narraciones oídas en distintos tiempos, solo eran otorgadas a la nobleza;

en raras ocasiones, a los plebeyos o habitantes pobres de los pueblos.

Contadas excepciones, como el caso de Caperucita Roja de los hermanos Grimm,  introducen el personaje del leñador que salvará a la pequeña y a su abuela de las garras del feroz lobo.

“Blancanieves”, en la que se juegan valores como la generosidad, la bondad, la envidia, la obediencia, y siempre en todas, la castidad y la nobleza, rectitud de siete enanos, mineros todos ellos, que la resguardan en su casa.

Así también los cuentos son reflejo del papel que cada persona debía jugar en la sociedad, rol y estatus establecido, los reyes, amos, dueños, el pueblo, siervo fiel, fiel sirviente. Esa era la naturaleza.

Y a pesar de que muchos cuentos originalmente han cambiado para ser recontados en estos tiempos de la explosión del internet y las nuevas tecnologías de la comunicación e información, sigue siendo, la tradición oral, las historias para transmitir valores, estereotipos, roles, que permean sin una reflexión previa.

Cuentos que debo reconocer, en algún momento nos han hecho soñar y creer en la magia y la fantasía. Sus personajes nos han atrapado y cautivado por generaciones, ¿quién no ha querido ser una princesa?, ¿quién no le ha temido a una bruja?, ¿cuántas veces no hemos deseado exista el hada madrina con su varita mágica, o tener a nuestro lado a un Pepe Grillo como una conciencia permanente?

 Pero también la valía de los cuentos está en sus enseñanzas. Hoy como parte de la educación de los padres, maestros, familiares y amigos es importante señalar en ellos, al ser contados, los valores y antivalores que encierra una historia.

Hoy solo recomendaría hacer el ejercicio de leer, contar o ver una película basada en un cuento, cualquiera que ustedes elijan e invitarlos a la reflexión, sobre la historia misma.   

Por: Margarita Estrada

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