Entre los especialistas en conservación se dice que “el monumento habla” es decir en su constitución física guarda información sobre su línea de vida su historia y su importancia y significado, esto incluye los colores que posee. Se trata del documento más fiel a la historia del mismo monumento.
Los colores que se colocan en los edificios históricos por decisión impulsada por moda, capricho, presupuesto o tendencias políticas, son generalmente carentes de correspondencia con el monumento lo que impacta en la lectura del patrimonio cultural.
Los colores históricamente presentes en los templos, casonas y demás edificios históricos guardan un significado congruente con el bien. Así bien la decoración presente en los inmuebles aunque nos parezca solo eso tiene mucha información relacionada con los dueños u ocupantes del edificio o bien del santo patrono y la historia cristiana si se trata de un templo.
Los colores además de tener un significado concreto, también nos hablan sobre el nivel económico en el que fue concebido dicho bien: cuánto más recurso los colores eran de mejor calidad, más costosos y ultramarinos (azules, violetas y rojos) mientras que en los sitios más austeros así como en la arquitectura menor sus colores eran modestos (amarillos y ocres) y a veces ausentes predominando el blanco de la cal. Así ocurre en todas las épocas del patrimonio construido y así también son un recurso para no sólo datar etapas constructivas sino entender la historia misma.
Cuando los colores han sido perdidos o modificados en un edificio o alguna de sus partes los especialistas en conservación hacen un análisis exhaustivo que incluye: calas estratigraficas, estudio histórico, análisis documental y oral, para definir la policromía más cercana a la original en correspondencia lógica con el monumento y será muy importante entender que cuando se restaura la cromática se debe tratar de conservar en lo más posible y no alterar a capricho.
Ahora bien, según se trate, cada inmueble tiene historia de vida distinto y significado variable según su localización, uso y circunstancia específica; por ejemplo: las viviendas típicas de Tlacotalpan en Veracruz conforman en conjunto la identidad del lugar incluso cuando los colores son modificados anualmente por sus dueños, por otro lado hay pueblos o barrios que han adoptado un mismo color o bien el blanco para sus edificios incluyendo los históricos, pero esto es diferente sin duda de los momentos en que buscando una inclinación política se cubre con los tonos partidistas a toda una zona sin respetar a los inmuebles de carácter patrimonial.
Es preciso comprender que los procesos de definición de colores en los edificios históricos suponen cierta complejidad y por ello aunque se quiera colorear el templo de Santa María de la Asuncion, en Amecameca, con tonos azules, dorados y blancos (como indican los atributos de esta virgen) se debe saber que los estudios revelaron mayor peso de elementos prehispánicos que cuentan la historia del lugar por lo que observamos una fachada blanca con geometrías rojas y negras que manifiestan con esa intención.
Así mismo sucede para muchos otros ejemplos: la casa museo de Morelos recuperó su presencia al otorgarle la policromía de la casa del Real desagüe; los portales de Toluca se restauraron con pintura a la cal como antaño y se descubrió que eran de adobe y que sería de la escultura de bulto en la Fuente de Neptuno si no se hubiese revelado el azul e indicado que era agua a lo que se refería?…
Como conclusión darle pintura a los monumentos históricos es cosa sería, una decisión no acertada podría alterar la percepción histórica y lógica del monumento por lo que es mejor tomar en cuenta un trabajo especializado para su correcto manejo, valorar, respetar y disfrutarlo.
Por M Arq. Adriana Landero
