Muerte de Eufemio Zapata
Historia de México Jóvenes

Muerte de Eufemio Zapata

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Aquella tarde del 17 de junio de 1917, Eufemio Zapata bebía alegremente dentro de la mejor cantina de Cuautla. Deprimido por el terrible declive del  Zapatismo desde la llegada al poder de Venustiano Carranza, Eufemio bebía más cada día hasta perder el control.

   Eufemio se encendió en cólera al escuchar el comentario de un anciano, que decía que lo mejor era pactar la paz con Pablo González, para salvar al pueblo morelense.

   Eufemio se paró de su silla y con mirada vidriosa se dirigió al borracho anciano para reprimirlo por hablar mal de los Zapata.

   —Pinche viejo estúpido. Te voy a enseñar a no decir pendejadas delante de mí.

   Eufemio golpeó bestialmente hasta dejar inconsciente al pobre anciano. Afortunadamente fue detenido por los demás clientes antes de que lo matara de una patada en la cabeza. Iracundo e insultando a todos, Eufemio abandonó el lugar.

   En menos de una hora, Sidronio Camacho, hijo del anciano vapuleado, se enteró del alevoso abuso del hermano de Emiliano.

   Sidronio “el loco Camacho”, no tenía ese mote por simpático. Era un asesino de armas tomar y sin medir las consecuencias de sus actos, dominado por el odio y la venganza, alcanzó a Eufemio en la plaza de Cuautla. La gente se acercó curiosa a ver lo que se venía.

   —Ahora si te pasaste jijo de tu puta madre —le espetó Sidronio en la cara al borracho de Eufemio, que no supo que decir, pero sí intentó sacar su pistola para sólo ser madrugado con un balazo en el vientre. Eufemio cayó de rodillas presa del dolor. Sidronio lo desarmó, guardando sus pistolas, y rápido ante la mirada de asombro de la gente, lo lazó de los tobillos para jalarlo y sacarlo del pueblo con su caballo. El cuerpo de Eufemio dejaba rastros de sangre,  ropa, piel y cabello al ser arrastrado por la calle hasta perderse entre la vegetación, en los límites del pueblo. Fuera de Cuautla y de la vista de testigos, Sidronio con risa burlona miró al despellejado y agonizante cuerpo de su ex jefe.

   —Ya ves cabrón que fácil te cargo la chingada por andar de abusivo con la gente mayor. Te metiste con mi padre y ya te cargó la calaca.

   Eufemio intentaba articular palabras pero nada salía de sus sangrantes labios, presa del dolor por el balazo y el despellejamiento.

   Sidronio cortó el lazo y dejó el agonizante cuerpo de Eufemio sobre un hormiguero de enormes insectos rojos, que entró en furia al sentir la ingrata presencia del invasor sobre la entrada a su nido. En cuestión de minutos el lacerado cuerpo fue literalmente cubierto por miles de hormigas que castigaban al intruso con mortales mordidas.

   Sidronio Camacho, satisfecho por su hazaña, se fumó tranquilamente un cigarro mientras contemplaba el horrendo espectáculo.

   —¡Pinches hormigas! Ahora todo el hormiguero está pedo por comerse a este pinche borracho.

Después de matar a Eufemio, Sidronio huyó a la sierra para unirse a los carrancistas, quienes lo ascendieron a general y lo mandaron a combatir a su propia gente en Morelos, donde fue muerto en una emboscada entre Santa Catarina y San Andrés de la Cal.

Alejandro Basáñez Loyola

Alejandro Basáñez Loyola

Autor de las novelas de Ediciones B, Penguin Random House: “México en Llamas”;  “México Desgarrado”;  “México Cristero”; “Tiaztlán, el Fin del Imperio Azteca”; “Ayatli, la rebelión chichimeca”; “Santa Anna y el México Perdido” y “Juárez ante la iglesia y el imperio” de Editorial Lectorum.  

 

 Facebook @alejandrobasanezloyola 

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