Dedicado a todos los luchadores sociales (…)
A ti mi amado ausente, que a mi lado ya no estás.
En mi mente siempre llevo, el recuerdo de tu imagen,
los besos que nos dimos, nuestras almas que se unieron
en eterno matrimonio.
De la mano caminamos bajo el cielo y sobre la tierra.
Nuestro amor eterno, infinito parecía.
La muerte lo acabó.
Maldigo la guerra, porque en ella pereciste.
Maldigo a los hombres, que a traición te mataron.
¿Dónde amado mío, tu cadáver está?
Dicen que la esperanza es el ansia de los pueblos
que claman justicia y piden amor.
Esperando amado mío estoy.
Me invadió el miedo, angustia, dolor.
Nadie dijo que pensar fuera un pecado.
Anhelar la paz un delito, y luchar por ella, un crimen.
A pelear te fuiste.
No con las armas, sí con la palabra.
Te cortaron la lengua.
No con las armas, sí con la letra.
Te mutilaron las manos.
No con las armas, sí con el pensamiento.
Te cortaron la cabeza.
No con las armas, si con el espíritu.
Desaparecieron tu cuerpo. No bastó.
La noticia corrió y llegó a mis oídos.
Tú estabas muerto, ya no más besos ninguna caricia.
¿Explicar el dolor? No puedo.
Era cantarle a la vida una oda vacía. De un hueco,
como un hoyo negro.
Tú estás muerto, tus ideas no. Te costó la vida.
Encendiste con tu pensamiento, la llama de un pueblo,
que clama justicia y pide amor.
Esperando amado mío estoy, a que nuestras almas
juntas vuelvan a estar.
En un mundo de paz, donde no llegue la guerra,
no llegue el dolor.
A ti mi amado ausente, que a mi lado ya no estás.
Margarita Estrada Ávila.