EL CAMINO A LA PAZ “AMLO – TRUMP”
Las guerras comerciales entre naciones prácticamente equivalen a tomar veneno y esperar que tu oponente muera por ello; es como si trataras de asesinar de cáncer pulmonar a tu vecino (en su papel de fumador pasivo) consumiendo tú mismo treinta cajetillas de cigarros al día.
El presidente que inicia una guerra de aranceles en contra de un país extranjero, lastima severamente a éste último, sin lugar a dudas, pero sobre todo a su propio pueblo (y no a sus conciudadanos ricos ni clase medieros, sino a los sectores más vulnerables y necesitados del país que preside) y si el presidente de esa otra nación extranjera afectada comete el gravísimo error de responderle al primero justo de la misma y auto destructiva manera, realiza otro tanto al entrar al juego demencial del primero pero en contra de sus propios paisanos, en especial en detrimento de los más humildes entre los humildes. Y es que cuando yo comienzo a gravar productos extranjeros para hacerle la guerra económica a una nación en particular, lo que principalmente estoy haciendo es perjudicar a mis conciudadanos, obligándolos a adquirir los productos que consumen regularmente pero a precios mucho más elevados, acción que, como es lógico, no afecta gran cosa ni a los ricos ni a los burguesitos acomodados de nuestro país, sino a nuestros conciudadanos que en realidad más lo necesitan.
¿Por qué particular énfasis en todo lo anterior? Porque es más que evidente que, en el futuro cercano, nuestro presidente electo enfrentará desde un principio al menos dos inmensos y delicados retos en materia bélico-comercial:
1.- el de no caer en este particular tipo de provocaciones de su homólogo estadounidense en caso de que éste persista en sus erróneas, anticuadas y mercantilistas ideas de inicial una guerra comercial de proporciones épicas en contra de México; y no por cobardía ni mucho menos, sino porque las guerras comerciales se ganan justo a la inversa de lo que nos dictan las tripas: se ganan bajando aranceles (o, en el peor de los casos, manteniéndolos intactos) y no subiéndolos; o sea, se ganan no fumando y no encendiendo y consumiendo treinta cajetillas al día, pues con perjudicar nuestros pulmones (es decir, a nuestros sectores más vulnerables) simplemente no ganamos nada sino todo lo contrario. Y, 2.- el de no dejarse presionar ni intimidar por los ricos de nuestro país, que no niego que se verían injusta e innecesariamente afectados por las pésimas y bilateralmente destructivas acciones del presidente americano, pero aun así López Obrador deberá optar por poner primero a los pobres (a nuestros pobres) y, tristemente para nuestros más privilegiados, dejar que éstos últimos, al menos en esta particular ocasión, se rasquen con sus propias uñas y ahuyenten por sí mismos el humo tóxico y asesino inescrupulosamente proveniente del norte.
Nuestro indudablemente talentoso presidente electo hereda un país ultra violento y considerablemente miserable en términos financieros, pero está en sus manos el convertirse en ese gran estratega militar-comercial que tanto necesitamos para poder salir airosos de la guerra injusta e inmoral en la que estúpidamente (al menos hasta el momento) lo han (y nos ha) inmiscuido de manera reciente la nación más poderosa del mundo en su tan inesperado giro hacia la ignorancia económica y la mutua destrucción comercial.
Por Carlos Guridi