¡Realmente es muy caro!
En nuestra vida cotidiana, realizamos compras de manera casi automática. Sin darnos cuenta, gastamos dinero en productos que parecen accesibles a primera vista, pero que en realidad tienen un costo mucho más alto que los alimentos frescos y saludables. Un ejemplo clásico es gastar $57 pesos en una bolsa de papas fritas de 160 gramos sin titubear, pero considerar caro el precio de un kilo de carne, frutas o verduras. ¿Qué está ocurriendo aquí? ¿Por qué lo caro se siente barato y lo barato se siente caro?
Este fenómeno tiene que ver con la manera en que percibimos los precios y con las estrategias de marketing utilizadas en la industria de alimentos procesados. La mayoría de los productos ultraprocesados se venden en porciones fraccionadas, como 48 gramos de cacahuates o 57 gramos de papas fritas, lo que dificulta que calculemos el costo real por kilo. Además, al no estar acostumbrados a hacer esas matemáticas, nuestra mente tiende a evitar estas operaciones y opta por ver el precio pequeño de la porción como algo asequible.
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Sin embargo, si nos tomamos el tiempo para analizar el precio por kilo de estos productos, descubriremos que la mayoría de las veces estamos pagando mucho más por la comida chatarra que por alimentos frescos y nutritivos. Esta es una de las razones por las cuales los alimentos saludables pueden parecer caros, ya que se venden en cantidades completas como cuartos, medios o kilos enteros, lo que nos da una referencia clara del costo.
El "truco" detrás de las porciones pequeñas y no por Kilos
Los productos ultraprocesados suelen mostrar porciones en fracciones. Cuando vemos una bolsa de papas fritas de 160 gramos o un chocolate de 48 gramos, es difícil que calculemos cuánto nos costaría comprar un kilo de ese mismo producto. La razón es simple: hacer la conversión y multiplicación para conocer el costo total requiere un esfuerzo extra que la mayoría de nosotros no realiza. La industria alimentaria aprovecha esta pereza matemática para disfrazar el verdadero precio de los productos y hacernos creer que son opciones “baratas” y accesibles.
Cuando compramos alimentos saludables, como carne, huevo, frutas o verduras, estamos acostumbrados a pedir cantidades en números cerrados, lo cual facilita calcular el costo total. Por ejemplo, sabemos que un kilo de carne puede costar alrededor de $230 pesos y un kilo de huevo, aproximadamente $48 pesos. Estos precios están claramente indicados y no requieren hacer cálculos adicionales, lo que nos da una percepción más clara del gasto. Por otro lado, los productos ultraprocesados se venden en cantidades pequeñas y sus precios pueden parecer bajos en comparación, pero cuando calculamos el costo real por kilo, nos llevamos una sorpresa.
Ejemplos de costos por un kilo de productos procesados
Para ilustrar esta diferencia, aquí te dejo algunos ejemplos que muestran el costo por kilo de varios productos de comida chatarra populares:
- Gansito (50 gramos, $21 pesos) por kilo: $420 pesos
- Chocolate Carlos V (18 gramos, $13 pesos) por kilo: $722.22 pesos
- Chocolate Snickers (48 gramos, $22 pesos) por kilo: $458.33 pesos
- Takis Fuego (94 gramos, $20 pesos) por kilo: $212.76 pesos
- Galletas Oreo (114 gramos, $20.50 pesos) por kilo: $179.82 pesos
- Panditas (65 gramos, $21 pesos) por kilo: $323.07 pesos
- Mamut (44 gramos, $10.90 pesos) por kilo: $247.72 pesos
- Maruchan (64 gramos, $15 pesos) por kilo: $234.37 pesos
- Palomitas sabor mantequilla microondas (87 gramos, $17 pesos) por kilo: $195.40 pesos
- Barra de cereal Rice Krispies (62 gramos, $20 pesos) por kilo: $322.58 pesos
Nota: Los precios y porciones pueden variar y solo son de referencia.
Cuando analizamos estos ejemplos, es evidente que, en términos de precio por un kilo, muchos de estos productos son más caros que la carne, el huevo o las frutas. Sin embargo, el hecho de que se presenten en porciones pequeñas y fraccionadas hace que el gasto parezca menor. Esta estrategia no es casualidad; forma parte de un modelo de negocio que busca incentivar el consumo impulsivo y repetitivo, sin que el consumidor se detenga a hacer cuentas.
¿Cómo calcular el costo por kilo?
Si quieres tener una visión más clara de cuánto estás pagando realmente por los productos que compras, aquí te dejo una guía práctica para calcular el costo por kilo:
Identifica el precio y el peso del producto.
Por ejemplo, si una bolsa de papas fritas cuesta $57 pesos y tiene un peso neto de 160 gramos, esos son los datos con los que vamos a trabajar.Convierte el peso a kilogramos.
Como los precios suelen mostrarse por kilo, necesitamos convertir los gramos a kilogramos. En este caso, 160 gramos es igual a 0.16 kilogramos (160 gramos dividido por 1,000).Divide el precio total entre la cantidad en kilos.
Finalmente, divide el precio del producto ($57 pesos) entre la cantidad en kilos (0.16 kg). Esto nos dará el costo por kilo:- $57 / 0.16 = $356.25 pesos por kilo
Siguiendo estos pasos, puedes comparar fácilmente los precios por kilo de los productos procesados con los de alimentos saludables. Te sorprenderás al descubrir que lo que parece barato puede salir mucho más caro de lo que crees, y que invertir en alimentos frescos es, en realidad, una opción más económica y saludable.
Cambia la forma en que haces tus compras
La próxima vez que vayas al supermercado, tómate un momento para hacer estos cálculos. No dejes que las porciones pequeñas y los precios bajos por unidad te engañen. Haz la matemática para saber cuánto estás pagando realmente por lo que consumes. Cuando lo pongas en práctica, te darás cuenta de que los productos que parecen más caros, como la carne, las frutas y las verduras, pueden salir más baratos en términos de costo por kilo. Además, aportan un valor nutricional mucho mayor que la comida chatarra.
Reflexiona sobre los hábitos de consumo
Es importante que tomemos consciencia del impacto que tienen nuestras decisiones de compra no solo en nuestro bolsillo, sino también en nuestra salud. La industria alimentaria ha perfeccionado sus estrategias de marketing para hacernos creer que los productos ultraprocesados son una opción conveniente y accesible, cuando en realidad estamos pagando un precio elevado por alimentos con poco valor nutritivo.
Aprender a calcular el costo por kilo y a hacer comparaciones nos permite tomar decisiones más informadas. La próxima vez que te enfrentes a la tentación de comprar un “snack,” recuerda que podrías estar pagando mucho más de lo que te imaginas y que existen opciones más saludables y accesibles que pueden beneficiar tanto a tu economía como a tu bienestar.