“Incluso cuando te tomas unas vacaciones de la tecnología, la tecnología no se toma un descanso de ti”. Douglas Coupland.
Una de las demandas más sentidas de la sociedad, es el alto costo de los procesos electorales, los analistas afirman que la democracia mexicana es muy cara, por lo cual, la idea que permea en el imaginario colectivo es la de optimizar recursos en el marco de la austeridad republicana.
En este contexto, es que nos proponemos hacer una breve reflexión sobre la conveniencia de utilizar, en futuros procesos electorales, la urna electrónica, lo cual tendría, en el mediano y largo plazo, una disminución significativa en los costes de organización electoral, claro está, que se requiere de una inversión inicial para la compra de las urnas y la capacitación correspondiente.
De acuerdo al INE: “El uso de la Urna Electrónica optimiza los tiempos en diversas etapas de la Jornada Electoral, así como la generación de información relevante de la manera más inmediata posible, cuenta con mecanismos de seguridad para garantizar la confiabilidad en la transmisión y publicación oportuna de los resultados. La urna electrónica garantiza la universalidad, libertad y la secrecía, así como los principios y valores que protege la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales en la concepción tradicional del voto”.
En este sentido, las principales ventajas del uso de dicha urna, consisten en la confiabilidad e inviolabilidad del voto, en la facilidad para emitirlo desde cualquier punto del país, en la obtención de resultados en tiempo real, en el ahorro de gran parte de la papelería electoral y en la posibilidad de usar los dispositivos por un amplio espacio de tiempo.
Contrario a lo que muchos argumentan, en el sentido de que sería complicado para muchos electores usar el aparato, en Brasil se usa la urna en cuestión desde 1996, cabe aclarar, para poner en contexto, que el país sudamericano tiene un analfabetismo del alrededor del 14 % de la población (de 212 millones de habitantes), con el portugués como idioma oficial pero con más de 150 lenguas indígenas, además, el territorio tiene un total de 8.516 millones de kilómetros cuadrados que incluyen el agreste territorio de la selva amazónica donde se utiliza la conexión satelital.
Así pues, no es correcto suponer que, dadas las características geográficas y sociales de México, sea inviable el uso de la urna electrónica, Brasil en un ejemplo contundente de que se puede llevar a cabo tal mecanismo sin mayores complicaciones y sí, con muchos beneficios.
Otro de los aspectos a explorar, es la firma de convenios de los órganos técnicos electorales, con instituciones de educación superior, públicas y privadas, para desarrollar la tecnología adecuada para la fabricación de las urnas.
Un ejemplo de lo anterior, lo llevó a cabo el Instituto Electoral de la Ciudad de México que, con el concurso de la UNAM, el IPN, a UAM y el Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México, fabricaron urnas electrónicas que fueron utilizadas en 29 procesos democráticos y de participación ciudadana entre 2007 y 2009 y, cuando entraron en obsolescencia, fueron destruidas.
Hay mucho camino por recorrer, sin embargo, uno de los puntos principales en vencer las resistencias culturales (así como en un principio nos negábamos a usar los cajeros electrónicos) y, sobre todo, los intereses fácticos de los fabricantes de material electoral.
En todo quehacer cotidiano, los dispositivos inteligentes contribuyen a facilitarnos las cosas, la pregunta es: ¿por qué en los procesos electorales no?
Para concluir sólo queremos decir la siguiente, para implementar la urna electrónica la premisa de la que debemos partir es socializar la tecnología para ponerla al servicio del bien común, de la justicia social.
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