Redacción, Guillermo Casas Sidwell
(Parte de lo expresado por López Obrador en su advenimiento como presidente)
Un complemento sustancial para atender a la gran población que no contaba con ningún tipo de seguridad social fue la creación del Seguro Popular, que a través de los convenios signados con instituciones privadas, muchas de alta especialización médica, en gran parte ayudaron a mitigar las necesidades de servicios médicos para la población. Por su parte, el Instituto Mexicano del Seguro Social durante décadas fue una institución emblemática, no de los gobiernos que antecedieron a la cuarta transformación, sino de la institucionalización de la medicina para brindar certeza médica tanto a los trabajadores como a sus familias a lo largo y ancho del país. El caso del ISSSTE resultaba un complemento que de manera circular, hasta antes de la 4T, empezaba a darle a la sociedad mexicana una importante cobertura en materia de salud. El que escribe ha sido testigo de la atención que las tres instituciones brindaban, si no con la máxima excelencia, sí ofrecían un sistema de salud de gran alcance.
Nunca nos podremos parecer a Dinamarca ni a otros países en los que la seguridad social y el sistema de salud dan certeza a sus sociedades, los cuales ofrecen en la mayoría de los casos un abasto suficiente de medicamentos, lo mismo que atención médica en la mayoría de los niveles de las clases sociales. Así como se corta la caña, a machetazos, la cuarta transformación se ha caracterizado por su falta de inteligencia emocional y de análisis cualitativo; ha derruido a cuantas instituciones independientes ha tenido enfrente (a las que ya había mandado a la chingada discursivamente AMLO), por lo que han desaparecido.
Al enfrentarnos a la pandemia, fenómeno mundial, ya el sistema de salud mexicano se había desarticulado, por lo que aquellos convenios cancelados con instituciones médicas privadas y el sistema popular se tuvieron que reestablecer para subir la demanda de atención médica. Definitivamente una dicotomía política. Evidentemente, al haberse roto las líneas de abastecimiento de medicamentos argumentando el combate a la corrupción ha provocado una crisis sin antecedente alguno; al grado de que a los padres de niños con cáncer se les ha acusado de golpistas y miles de infantes, mujeres con cáncer de mama o cérvico uterino, enfermos de padecimientos renales, cardiacos o respiratorios se sumaran a las muertes provocadas por el COVID y ¿cuál es la razón? Sencillamente que el sector salud encabezado por el inepto Jorge Alcocer y su errático pupilo Hugo López Gatell nunca previeron un abasto constante de medicamentos.
Los enfermos que son atendidos en el IMSS se convierten en nómadas de la medicina, recorriendo todas las farmacias de las clínicas familiares o centros de especialidad en donde no encuentran los medicamentos que les son prescritos; sin embargo, solo después de la visita de las siete casas, logran obtener un sello que les permite acudir al centro de canje de medicamentos del IMSS, en donde se aglomeran los derechohabientes en busca de los medicamentos requeridos; allí los que resultan victimizados son quienes atienden en las ventanillas de abasto sin culpa alguna de la falta de medicamentos.
Las medicinas para afecciones como el cáncer, de vías respiratorias, incluso gotas oftálmicas, entre cientos más resultan altamente costosos y el gobierno acaba de anunciar recientemente que está licitando a nivel internacional la compra de cientos de claves médicas para ver quién se las vende. El caso es que aun con las famosos ayudas para el bienestar, las pensiones y los salarios, en las condiciones de la galopante inflación que vivimos, no alcanza para cubrir la necesidad de medicamentos de los derechohabientes, particularmente del Seguro Social que, dicho sea de paso, no es gratuito porque quienes son derechohabientes o jubilados pagaron sus cuotas, a través de su trabajo con la contribución correspondiente de los patrones.
Ni Sembrando Vida, ni el Tren Maya, ni el aeropuerto de Santa Lucía o la refinería de Dos Bocas mitigarán el dolor de quienes padecen alguna enfermedad, menos de quienes acaban siendo sus deudos cuando faltan sus familiares por la carencia de medicamentos ¡Ah! Pero eso sí, ya no hay corrupción porque les dimos en la madre a las asociaciones civiles de asistencia social, le pagamos enormes cantidades de dinero a médicos cubanos que vinieron de turistas, se postula como presidenta del banco de México a una persona sin experiencia, se engaña a los ingenuos seguidores de AMLO de que viven en AMLOlandia y eso que no le entramos todavía al caso de los asesinatos que nos han convertido en un país de salvajes porque eso de que abrazos y no balazos, sumado al desabasto de medicinas, hace ver un gobierno cruzado de brazos.
Qué bueno que la vida me da la oportunidad de ver esta cuarta transformación… ¿O debería decir deformación? La historia y los mexicanos juzgaran a quien nos gobierna actualmente de manera mesiánica creyéndose todas las mentiras que se le ocurren o que le dicen. Y contrayendo el gasto público a tal grado de que el país crece a pasos de tortuga, pero de todos los males, el que debería de atender con sentido común -que no es común que lo tenga el presidente- es el abasto de medicamentos, aunque nunca lleguemos a ser como Dinamarca.
Y la vida es río.