La solidaridad entre las mujeres, es un elemento indispensable para nuestro empoderamiento, sin embargo, a pesar de que somos más de la mitad de la lista nominal, las mujeres no, necesariamente, votamos por mujeres, este es un fenómeno que ha quedado demostrado en los análisis posteriores a los procesos electorales, basta recordar el lugar ocupado por Josefina Vázquez Mota, en las elecciones presidenciales de 2006. Como se dice coloquialmente, para disfrutar de la igualdad real, se trata de algo más que ‘echar montón’.
En este contexto, la evolución hacia políticas públicas con enfoque de género, enfrenta resistencias culturales en distintos sectores sociales, es decir, no es un desencuentro entre el enfoque machista de (buena parte de) los hombres y la aspiración a la equidad que tenemos un sector importante de las mujeres, el tema de fondo, es una cuestión, insisto, de resistencia cultural.
No obstante, uno de los campos en el que se han logrado algunos avances, es en el de la política, particularmente en la búsqueda de cargos públicos, ya sean de carácter administrativo o de elección popular.
Como apunte, no sobra decir, que la disparidad que se ha dado en este sector no es exclusiva de México, pues a nivel mundial (repetimos, con todo y que somos poco más de la mitad de la población total), apenas ocupamos una cuarta parte de los escaños en los parlamentos.
En nuestro país, obtuvimos el derecho al voto el 17 de octubre de 1953, cuando por primera vez sufragamos en una elección federal después de superar todos los trámites legislativos iniciado en 1947, cabe destacar que, para logar este avance, fue de gran utilidad la voluntad política del presidente Adolfo Ruiz Cortines.
A pesar de este avance y de que un pequeño número de féminas accedieron a una curul durante casi cuatro décadas, fue hasta 1979, que Griselda Álvarez se convirtió en la primera gobernadora del país, justamente en Colima, pero hasta el día de hoy, sólo han habido nueve mujeres titulares de un ejecutivo estatal, el 98 por ciento han sido hombres, lo que demuestra la notoria disparidad en las políticas de género de la partidocracia, o sea, el tema lo recogen exclusivamente como demagogia, a la hora de los mítines de campaña.
Aunque en lo que va del presente siglo, las leyes electorales han sido modificadas en favor de la equidad, se han dado perversiones de las mismas y un ejemplo, muy lamentable, es el famoso caso de las ‘Juanitas’, es decir, mujeres que eran seleccionadas a una candidatura para obtener la paridad de género exigida por los reglamentos, pero que, al protestar el cargo, pedían licencia para dejar el lugar a su suplente, que era varón, por supuesto.
El evento más reciente en el tema de la igualdad, es el acuerdo tomado por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral, que por mayoría de votos estableció los lineamientos para garantizar la paridad de género en las candidaturas a las gubernaturas del próximo año, es decir, de las 15 que están en juego, siete deberán tener mujeres como aspirantes. Cabe destacar que los representantes partidistas en el INE del PAN y MORENA, se opusieron a este acuerdo.
En este sentido, el Senado, por iniciativa del presidente de la Junta de Coordinación Política, el morenista Ricardo Monreal, impugnó dicha resolución por considerar que viola el texto constitucional, por lo que estiman que el asunto referido se debe solucionar en el Poder Legislativo. Así pues, quedará en manos de los órganos jurisdiccionales, la decisión final sobre si el resolutivo del INE continúa o es derogado.
Sobre el asunto, las redes sociales digitales no se han quedado al margen, con los hashtags #ParidadEnTodo y #ParidadEnGubernaturas se han sumado colectivos de mujeres, organizaciones, políticas, funcionarias, académicas, periodistas, ciudadanas, con comentarios de apoyo dirigido al TEPJF para argumentar a favor de los lineamientos emitidos por el INE.
Sin duda, hay un cambio notorio en las políticas públicas en favor del enfoque de género, por lo tanto, debemos, luchar cada quien, desde su trinchera, para dar un impulso definitivo a este proceso histórico, partiendo de la premisa de que el poder no debe ser entendido como el fin último, por el contrario, debe ser conceptuado como el instrumento mediante el cual, la mujer puede llegar a un fin mayor, el bienestar colectivo. El problema radica en que el 99% de las personas, tanto hombres como mujeres que logra tenerlo, no resiste sus encantos y termina prevaleciendo el bien inmediato.
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