El carnaval de las máscaras en la región Papanteca
En la cosmovisión de los pueblos Totonacas acerca de la muerte y los rezos influenciados por la colonización y la evangelización a la fe católica se encuentran las tradiciones enmarcadas en los contextos simbólicos de sus idiomas nacidos de la raíz de su origen: criollo, originario y afro descendiente.
En la búsqueda por las fiestas patronales que son celebraciones anuales que une al colectivo en conmemoración del santo patrono eligen dependiendo el día del calendario gregoriano para bendecir las cosechas, la tierra, el agua y la protección de fe para los habitantes, nos encontramos con las festividades entorno al rezo de las máscaras; lo que abre un abanico de festejos que se mezclan entre huastecos, nahuas, otomí, zapotecos y totonacas.
El carnaval en conmemoración al rezo de las máscaras se considera una tradición de origen huasteco alternando entre fechas religiosas o días específicos dependiendo de la organización de la asamblea general de los ejidos y congregaciones. Se consideran “capitanes” a los organizadores que se encargan de la logística de los días de la celebración que comúnmente consta de cuatro días, así como los lugares donde se le ofrecerá comida a los “enmascarados” que bailan al son del huapango huasteco.
El ritmo de las notas del violín y el paso de descanso que es cruzado disimulado del pie derecho frente al izquierdo y repitiendo de derecha a izquierda. En la comunidad de Solteros de Juan Rosas de Papantla Veracruz, famosa por esta singular manera de celebrar esta tradición comienza con la ofrenda de comida a las máscaras una noche antes del amanecer del primer día, el primer capitán se considera “el primer diablo” el cual recorre la comunidad para invitar a la gente a celebrar el carnaval, este personaje tiene un vestuario rojo por completo, simula cuernos y cola llevando consigo un grueso mecate enredado que azota sobre el piso constantemente para levantar.
De entre las casa salen jóvenes, niños, adultos y ancianos en el anonimato de sus máscaras que cubren su rostros para emprender la travesía del baile por toda la comunidad, algunos se preparan meses antes para adornar sus trajes, también se les pude ver en algunas comunidades esperar en las carreteras a que pasen conductores y les obsequien una moneda.
Las máscaras tienen un lugar especial, no se tocan ni se mueven mientras a su alrededor se baila y se grita, bebidas, comida, música, juegos mecánicos…todo aquello pasa mientras el rezandero sigue su pleitesía custodiando a los señores invitados a la celebración en el mundo mundano.
Los patrocinadores juegan un papel importante en la celebración aportando cantidades de dinero significativas para llevar a cabo esta fiesta en honor al diablo como mencionan, todos están invitados, hombres vestidos de mujeres que se les conoce como damas, animales, hombres lobo y todo un festín de paganos al son del tradicional carnaval huasteco.
En la comunidad de Francisco I. Madero del municipio de Papantla Veracruz, se celebra esta encomienda en los meses de Febrero, hacen concursos para los mejores disfraces y bailan por esos días. El último día del carnaval las máscaras siguen sobre el suelo, los rezos también y los participantes bailan para despedir otro año más de promesa, encomienda o simple diversión, el ganador es anunciado y quienes eligen al mejor carnavalero son los capitanes, dinero en efectivo o algún premio simbólico, después, todos hacen una rueda, van bailando mientras zapatean más estrepitosamente y bajan sus máscaras mientras siguen bailando, algunos llevan de la mano a sus hijos o algún familiar que también baila al ritmo del son huasteco.
Al otro día, la celebración ha terminado, las promesas y los favores de las máscaras esperaran otro año, mientras los capitanes comienzan a prepararse para mantener viva esa tradición que en algunos casos es un compromiso que ha sido heredado por sus padres y abuelos para llevar cada año este festejo. Las raíces profundas de nuestro país se hacen presente en la idiosincrasia que es el corazón del nacionalismo orgulloso, amante de la cultura, el misticismo, la muerte y la constante celebración de la vida
Expresión de una activista por Alejandra Tejada