Análisis de un discurso golpista
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Análisis de un discurso golpista

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En las primeras horas de una intentona golpista su destino queda sellado. Lo acontecido en Venezuela el pasado 30 abril, no fue la excepción. El servicio secreto cubano forzó que la conspiración se adelantara, disminuyendo las posibilidades de triunfo. Las acciones estaban programadas para el 1 de mayo, la liberación del líder opositor Leopoldo López que venía cumpliendo arresto domiciliario desde mediados del 2017, estaría arropada por una manifestación masiva. Aunque, la convocatoria no surtió el efecto esperado, el 29 de abril se registró en las redes sociales una tendencia negativa contra la misma, lo que refleja un desgaste natural porque se generaron expectativas de una caída inminente del régimen.

 

En la tarde de ese día, Juan Guaidó desapareció y Leopoldo López buscó refugio en la embajada de Chile, luego se trasladó a la de España. Al momento de consumarse el fracaso, resultó significativa la declaración del presidente estadounidense Donald Trump, amenazando al gobierno de Cuba con un embargo total por su apoyo militar a Nicolás Maduro. No obstante, tuvo que matizar sus palabras, propuso a la isla caribeña una apertura si retiraba a su gente de Venezuela.

 

Otros efectos que han provocado la presencia de agentes cubanos es el haber encapsulado al mandatario venezolano y desplazado al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) que formó parte de la conspiración encabezada por Juan Guaidó. Algunos de sus miembros estuvieron involucrados con los golpistas. Los cambios en dicha dependencia ya se ejecutaron con la salida de su titular Manuel Cristopher Figuera que estaba al frente del mismo desde el 30 de octubre del año pasado, en su lugar quedará Gustavo González López, justamente el hombre a quien Figuera reemplazó hace medio año.

 

Esta sería la segunda ocasión que La Habana estropea los planes al Pentágono de volver a controlar los recursos naturales de Venezuela. Recordemos la intervención del mandatario cubano Fidel Castro en el golpe de estado del 11 de abril del 2002 al convencer a Hugo Chávez de entregarse a los golpistas y evitar un baño de sangre. Además de lograr romper el cerco mediático, provocando el retorno a Miraflores del mandatario venezolano.

 

Venezuela siempre ha sido un asidero en cuestión de sublevaciones, el historiador Agustín Blanco, aseguraba “que en la presidencia de Rómulo Ernesto Betancourt Bello (1959 -1964) hubo más de 30 intentonas golpistas de pequeña jerarquía. Con Raúl Leoni Otero (1964-1969) se dio una. Carlos Andrés Pérez (1989-1993) sufrió dos en 1992”. A la lista se sumó el presidente Hugo Chávez (1999-2013) con una en 2002. Ahora le tocó el turno a Nicolás Maduro.

 

Desde la óptica de Washington, Maduro estuvo tentado a abordar un avión e irse a Cuba pero el presidente Vladimir Putin lo convenció de no hacerlo. La versión fue rechazada por el Kremlin. Paralelamente el consejero de seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton, nombró a tres figuras claves que se comprometieron a retirar al mandatario venezolano del poder. Uno de ellos fue el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Maikel Moreno, y los otros dos resultaron militares: El ministro de Defensa, Vladimir Padrino e Iván Hernández, comandante de la guardia de honor de Maduro.

 

Sin embargo, la aparición de Padrino junto a Maduro durante su mensaje televisivo, sembró dudas sobre la veracidad de las declaraciones de Bolton. El gobierno venezolano aprendió de lo sucedido hace 17 años cuando los medios de comunicación se convirtieron en un laboratorio de los opositores, fue un golpe de Estado mediático que derrocó a Chávez por 48 horas. Esta vez bloqueó la señal de las televisoras opositoras, restringió el uso de las redes sociales. Evitó que hubiera un efecto cadena con las revueltas callejeras las cuales dejaron un muerto y más de 70 heridos, algunos especularon que la cifra llegó a los 100.

 

Ahora bien, existe el riesgo que Trump sufra un revés si la más reciente campaña de Guaidó no logra iniciar un alzamiento generalizado contra Maduro. El Pentágono ha dicho repetidamente que la opción militar está sobre la mesa, pero hay dudas de que el presidente estadounidense que está tratando de sacar a Estados Unidos de Siria y Afganistán, esté dispuesto a afrontar un nuevo conflicto en el extranjero. Exige a Rusia que deje de entrometerse en Venezuela. Los rusos advirtieron que no se marcharán.

 

En este contexto, Maduro reapareció en el marco del día del trabajo ante miles de sus seguidores mientras que Guaidó declaró que busca llevar al país a una huelga general, convocará a una marcha el fin de semana. Él seguirá intentado conseguir el respaldo de la mayor parte de las Fuerzas Armadas, cuestión que no ha logrado porque son los que más se han beneficiado con la crisis. Juega en contra de la oposición que Donald Trump deberá enfocarse en su campaña de reelección presidencial por lo que el tema de Venezuela podría pasar a un segundo plano.

 

En medio de la sacudida que ha representado lo sucedido en Caracas, México insiste en mantener su posición de no intromisión en asuntos internos de otras naciones. Intenta promover el diálogo entre dos posturas que están en franco enfrentamiento. Al no condenar un evidente intento de golpe de Estado termina de sepultar el prestigio de la política exterior nacional que alguna vez generó respeto en el mundo. Ni siquiera el ex canciller Jorge Castañeda Gutman tuvo un papel tan ambiguo como el que vemos actualmente. En su momento mostró su rechazo ante la Organización de Estados Americanos (OEA) cuando reconoció al gobierno golpista del empresario venezolano Pedro Carmona el 12 de abril del 2002.

Héctor Tenorio

Por Héctor Tenorio

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