LOS INFORMES DE DESARROLLO HUMANO EN MÉXICO 2011 y 2016.
Desde 1990, el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) ha presentado
Informes sobre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en el mundo. Estos documentos constituyen un indicador importante que nos permite evaluar la calidad de vida por países, regiones y estados. Para elaborarlo se hace un diagnóstico de tres dimensiones: salud (esperanza de vida al nacer) educación (alfabetismo y tasa de matriculación) e ingreso (PIB per cápita) a partir de la asignación de recursos gubernamentales. En 2011 el Informe agregó una media geométrica; en la dimensión de educación se examinaron los años esperados de escolaridad y el promedio de años de escolaridad, así como el PNB per cápita.
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Los datos nos muestran que del 2000 al 2006, los estados que han destinado un gasto social importante en estos rubros son el Distrito Federal, Nuevo León, Chihuahua y Sonora, mientras los que menos han contribuido a elevar la calidad de vida de sus habitantes son Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Veracruz. En el capítulo concreto de la dimensión educación, se señaló que el gasto social proveniente de los ramos de la administración pública centralizada, de los estados y los municipios ha aumentado mucho más que el destinado a la salud, al grado de que el avance en cobertura para el nivel básico es una meta lograda, pero es a partir de la secundaria donde empiezan las desigualdades, ya que los jóvenes de hogares con niveles intermedios y bajos de desarrollo humano están en serias desventajas para ingresar al nivel medio superior.
Llama la atención la falta de continuidad alta entre el último año de la educación básica y el primer año de educación media superior; cerca del 45% de los jóvenes abandonan la escuela para dedicarse a trabajar, truncando sus posibilidades de desarrollarse profesionalmente. Esto impacta en el nivel superior dónde hay menos matrícula y menos mujeres estudiando, situación lamentable en un país donde de 112 millones 336 mil 538 habitantes, la población cuyas edades fluctúan entre los 15 y 34 años es de 46.42 millones, y de ésta 23. 91 millones son mujeres.
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La situación no cambió mucho en cinco años, para 2016, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (INEGI, 2016) indicaba que el 12.5 por ciento de la población entre 25 a 29 años solo había terminado la educación primaria, 29.6 % logró concluir la secundaria, un 25. 2 % la educación media y el resto 28.4 % completó la educación superior o una carrera técnica. El mismo panorama aunque con cambios, fue presentado en el Informe para el Desarrollo Humano México 2016. Desigualdad y movilidad, aunque la cobertura en educación básica había alcanzado el total entre la población de 6 y 11 años, solo 26.5% de la población de 18 a 23 años estaba inscrita en algún programa de educación superior (SEP, 2014). El documento indica que los logros educativos en personas mayores de 24 años se detienen por falta de oportunidades.
Ambos Informes han señalado que en general, la dispersión geográfica, la pobreza, el rápido crecimiento de la población en edad de cursar niveles superiores, así como la diversidad regional y cultural hacen difícil la cobertura con calidad: en el nivel básico, las escuelas más pobres no cuentan con servicios de electricidad, condiciones sanitarias elementales ni equipamiento bibliográfico y tecnológico óptimo para la enseñanza, pero también porque hay una desproporción del gasto en educación que es contradictoria: cerca del 97% se destina a salarios de maestros y personal docente, mientras que la proporción destinada a infraestructura y material didáctico es mínima. A ello se suman la insuficiencia de los recursos otorgados a los sectores más vulnerables, el desconocimiento del destino real de los programas presupuestarios y la falta de transparencia en los recursos gastados en este rubro, en un país donde 53.4 millones de personas viven en la pobreza.
La recomendación a los gobiernos y a las autoridades educativas, es implementar políticas de desarrollo con transparencia para elevar la calidad de la educación, equilibrando el gasto social y orientándolo a los sectores más pobres. Sin duda, la equidad es un punto medular para lograr avances significativos y abatir rezagos históricos. La igualdad de oportunidades es un derecho universal que debe hacerse efectivo, es la única vía para consolidar un estado democrático y resolver la exclusión social en la que viven millones de personas.
Por Virginia Amelia Cruz Mirón