Terremoto Ciudad de México
Pareciera que cada 30 años la Ciudad de México es azotada por un violento terremoto que cobra su cuota mortuoria, por el adeudo divino que los tlatoanis aztecas dejaron de pagar a Tláloc y Huitzilopochtli sobre la cima del teocali de Tenochtitlán.
Comencemos con el llamado Terremoto Maderista, coincidiendo con la entrada de Francisco I. Madero a la capital del país, el 7 de junio de 1911. Un sismo que dejó media centena de muertos y 250 casas destruidas, incluido el edificio del 3er. Regimiento de Artillería ubicado en Rivera de San Cosme. Ese sismo derrumbó el Edificio del Imparcial, sitio donde unos años después se construiría, sobre ese terreno maldito, el fatídico Hotel Regis.
El terremoto del 3 de junio de 1932. En él fueron reportados 330 muertos. Fue uno de los terremotos de más alta magnitud registrados en México durante el siglo XX. Se le conoció también como el Terremoto de Colima.
El del domingo 28 de junio de 1957, conocido también como el Terremoto del Ángel, ocurrido a las 02:43 AM. Este movimiento telúrico alcanzó una magnitud de 7.7. Su epicentro se ubicó cerca del puerto de Acapulco, en la costa del estado de Guerrero. La zona centro de la República Mexicana fue la más afectada, en especial la Ciudad de México, dejando un saldo de 700 muertos y 2500 heridos.
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La Torre Latinoamericana, recién construida, ganó prestigio a nivel mundial al resistir este fuerte terremoto gracias a su construcción con estructura de acero y gatos hidráulicos, necesarios por la composición lodosa del suelo, superficie multiplicadora de las destructoras ondas sísmicas.
Estructuras coloniales antiguas y adecuadas al tipo del terreno arcilloso, tales como la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el Palacio Nacional y el edificio de Nacional Monte de Piedad, soportaron estoicas el sismo por tener gruesas paredes de piedra y ladrillo. Sin embargo la Victoria Alada cayó de la Columna de la Independencia, haciéndose pedazos sobre la glorieta.
El terremoto del jueves 19 de septiembre de 1985, alcanzó una magnitud de 8.1 y se percibió a las 07:19 AM. Ha sido el más significativo y mortífero de la historia escrita de la Ciudad de México. Superó en intensidad y daños al registrado en 1957, que hasta entonces había sido el más notable en la ciudad. La réplica acontecida un día después, la noche del 20 de septiembre de 1985, también tuvo gran repercusión para la capital al colapsar estructuras reblandecidas el día anterior. El número de muertos fue estimado. Hay quienes dicen 10,000, 50,000 y hasta 100,000. La verdad quedó sepultada entre hormigón y varillas, al no haber nadie que reclamara a los desaparecidos. Fueron cien segundos de terror donde la ciudad fue sorprendida al inicio de las actividades del día. El edificio Nuevo León, enorme edificio habitacional de Tlatelolco con 288 departamentos, 15 pisos y 59 metros de altura, se colapsó por la mitad, llevándose la vida de cientos de inquilinos. En las horas siguientes vecinos desesperados se dieron a la tarea de buscar a los vecinos de la mitad colapsada. Entre ellos se recuerda al tenor Plácido Domingo, buscando a sus seres queridos entre los escombros.
Siguiendo el patrón de las tres décadas, el siguiente terremoto se presentaría el 19 de septiembre de 2017. Como una coincidencia macabra, a las dos horas del simulacro del aniversario 32 del sismo del 85. A las dos horas de haber participado la ciudadanía de la capital, en el para unos, un aburrido e intrascendente simulacro, la naturaleza envió uno de a de veras, en el mismo día trágico para los capitalinos.
La ciudad entera se sacudió con un sismo con epicentro a 120 kilómetros de la capital, lo que ocasionó que el sismo llegara primero que la alerta sísmica, sorprendiendo a la horrorizada población, que frente a sus ojos veía edificios completos derrumbarse ante la impotencia del hombre ante estos eventos de la naturaleza. Al llegar el sismo por el sur de la capital, ocasionó daños y derrumbes en la zona sur de la ciudad. Imágenes del lago de Xochimilco sacudiéndose en pequeños tsunamis, sorprendieron al mundo entero, pero más a los capitalinos, quienes una vez más fueron sorprendidos ante los caprichos y designios de Dios o la naturaleza, lo que uno quiera creer.
Este terremoto será recordado como el sismo de los memes y videos, ya que la tecnología de los celulares permitió a los que filmaban en un lugar seguro, captar la imagen de edificios enteros desplomarse como castillos de naipes. Los celulares también permitieron ubicar a gente atrapada entre los escombros y, algunos inclusive pedir auxilio con una siniestra llamada.
¿Qué le depara a la capital con el siguiente movimiento telúrico de capacidad destructiva como los anteriores? Este terremoto se espera, como los anteriores, en un espacio de 30 años, es decir allá por 2047.
La ciudad de México es el peor error que pudieron cometer sus fundadores, ya sean estos los aztecas o los españoles. La megalópolis está condenada a morir de sed, ya que no será posible abastecer de agua a los casi 30 millones de habitantes que se estima tendrá en unos años. El agua es bombeada de subida desde el Cutzamala, y el resto del preciado líquido es extraído por bombeo en el subsuelo de la ciudad. Esto ocasiona hundimientos y gigantescas cavernas que al quedarse sin agua, podrían ocasionar un reacomodamiento natural al colapsarse estos espacios, ocasionando una catástrofe a niveles apocalípticos. Lo mejor para la capital del país es que no se permita más su crecimiento y se incentive a los nuevos inquilinos a poblar otras ciudades cercanas. El terremoto del 85 fue el causante de que la INEGI trajera una migración de exitosos capitalinos, que hoy en día forman parte de la población hidrocálida. Más que rezar por la capital, hagamos cambios sustanciales para descongestionarla y evitar así que muera por enfermedad natural, al perder todas sus proporciones. No es posible que la capital de México concentre toda la población que tiene Canadá, el segundo país más grande del mundo.
Alejandro Basáñez Loyola
Autor de las novelas de Ediciones B: “México en Llamas”; “México Desgarrado”; “México Cristero”; “Tiaztlán, el Fin del Imperio Azteca”; “Ayatli, la rebelión chichimeca”; “Santa Anna y el México Perdido” y “Juárez ante la iglesia y el imperio”.