La sociedad de México se fragmenta.
“Si un partido político se atribuye el mérito de la lluvia, no debe extrañarse que sus adversarios lo hagan culpable de la sequía”
Morrow
Estimado colega:
Te saludo nuevamente con aprecio y con el deseo de que esta comunicación nos pueda poner cada vez más en la misma frecuencia: en la frecuencia del sentido común. Estarás de acuerdo que el podernos comunicar a través de este lenguaje tan sui generis nos brinda, entre otras cosas, el tener la capacidad de entender, interpretar y manejar los sucesos, acontecimientos que se presentan en nuestra vida cotidiana.
Una de esas realidades que enfrentamos día con día y que muchas veces pasa desapercibida para la generalidad de la gente, es la división tan brutal que se observa hoy en día en nuestra sociedad. México es hoy en día, a no dudarlo, un país que se encuentra fragmentado psicológica, sociológica y moralmente como en muy pocas ocasiones se ha registrado en su historia contemporánea.
México Fragmentado y dividido entre la gente que quiere creer en algo o en alguien y entre la que vive en medio del escepticismo absoluto; entre aquellos pocos que tienen confianza en que tendremos un mejor país y aquellos muchos que sólo ven sombras y calamidades en el futuro del mismo; fragmentado entre los millones que vuelcan una inusitada energía, entusiasmo y solidaridad en torno a un acontecimiento tan dramático y doloroso como lo fue el terremoto de Septiembre 19 y entre esos otros que se pasan hablando horrores de México, pero que no hacen nada para cambiar su situación.
Fragmentado asimismo, entre aquella cauda de políticos y de partidos políticos que se encuentran envueltos en un secular, reiterado e inútil juego maniqueista del «nosotros los buenos y ustedes los malos», frente a esos millones de mexicanos totalmente insatisfechos con éste y otro tipo de conductas nefastas y condenables, que desean por contrapartida poder atestiguar el surgimiento de líderes auténticamente ejemplares, honestos y nacionalistas.
No obstante este panorama, preocupante por sí mismo, pocos, muy pocos ciudadanos hablan de la que constituye tal vez la más lacerante y lamentable fragmentación que vivimos en México y que hoy como nunca constituye el factor más determinante en el estancamiento moral en el que estamos sumidos y en la confrontación indudable que eso provoca entre la propia sociedad: la fragmentación entre aquellos que siguen creyendo en la fuerza y en el poder de la razón como instrumento fundamental para entender y juzgar los acontecimientos cotidianos y aquellos otros, millones tal vez, que forman parte de la denominada por el laureado novelista italiano Umberto Eco como la “legión de idiotas”, aludiendo así a esa clase de individuos que se manejan básicamente a través de las redes sociales y en donde la ignorancia, la manipulación y el rumor insidioso son el signo prevaleciente.
O lo que es lo mismo, entre aquellos que disciernen entre lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, lo correcto y lo incorrecto, sin que nadie se los tenga que decir y aquellos otros que reaccionan como auténticos autómatas ante las consignas con que dan la apariencia de ser instruidos.
Hagamos uso de nuestro sentido común, querido colega, de nuestra capacidad de razonar activa y sistemáticamente, con el propósito de poder contribuir a sacar de su marasmo mental a muchísimos mexicanos que dan la impresión de sentirse satisfechos con el statu quo prevaleciente, esto es, de aquellos individuos que con su pasividad e indiferencia contribuyen a acentuar la lacerante fragmentación que tanto está dañando a nuestro país.