Cultura es una palabra con muchísimos significados, según el área de estudio donde se aplique. La llamada Enciclopedia Libre hace una maravillosa generalización que permite, de manera muy sencilla, el entendimiento básico de los diversos conceptos. Originalmente, “cultura” se refería a las mejoras en los procesos de producción de la época, ampliándose posteriormente al individuo y su desarrollo a partir de la educación, para luego elevarse a un tema de nacionalismos.
En el día a día, la palabra cultura se emplea en dos conceptos generales:
1.-Exquisitez en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también conocida como alta cultura.
2.-Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales que usan sus miembros para relacionarse y resolver necesidades de todo tipo.
En nuestra actualidad, con una tecnología boyante, con expresiones artísticas cuya belleza en la comunicación de los argumentos encuentra más y mejores caminos, y una diversidad de pensamientos humanistas y filosóficos que buscan la constante mejora del Ser, sería sencillo perderse en el optimismo pensando que vamos por buen camino.
No es así. Tolerancia, salud integral, equidad, entre muchos conceptos, han sido tomados como banderas de cambio, sin embargo, han llegado algunas corrientes a la radicalización extrema, llevando las ideas originales a ser una contradicción total desvirtuando la base misma de cada proyecto, resultando en una desinformación brutal para los receptores, que sin los conocimientos necesarios traducen el trabajo en prejuicios generando una cultura de odio: “Piensa como yo, o te acabaré”. ¿Cómo se ha dado esto? Primero por la carencia de conocimiento, por otro, contradictoriamente, por un acceso irrestricto a la información, aunque sin proceso de estudio.
Las redes sociales son un ejemplo más que claro de lo anterior: no se busca justicia, se busca la descalificación; en los desacuerdos, no hay testimonios, hay ofensas; lo poco propositivo es aplaudido, mientras el impulso a la superación es desahuciado, siendo, en conjunto, un espejo del estado de nuestra actual civilización; es la negación a aprender y adaptarse contra la radicalización de la idea en un círculo nada virtuoso.
La gran mayoría de las publicaciones son un “copia y pega” sin sentido, sin tesis, sin análisis, sin fondo y con forma participativa.
De ninguna manera se participa si no hay objetivos claros pensados, con una estrategia basada en el sentido común, es decir, en el beneficio colectivo.
La expresión no es libre, si está encadenada a obcecaciones, empujado a la violencia, a la no negociación, a la imposición de un pensamiento volátil y sin estructura.
La expresión debe ser, en todo momento, filtrada por aportes. Como escritor, sé que el mejor chiste no es fácil, es crítico, es demostrativo, es inteligente.
Invitemos a los nuestros a escuchar, a leer, a disentir con argumentos, a ser propios, a actuar con honor. A construir una nación en base a la comunidad y el respeto a las diferencias, sin exigir justicia a toro pasado, a luchar racionalmente por un mundo mejor.
La educación nos da las formas, y la cultura, el fondo. El criterio en la acción nos hace libres.
Armando Arroyo Andrade