El Arte
Hace unos meses pasaba por una situación triste, al menos en ese momento así la veía. No solo me había abandonado si no que antes de hacerlo me engañaron, conocí lo que era la traición, el desamor, la culpa.
Padecer depresión clínica y ansiedad no es la mejor combinación para la vida de una persona, te ciega, te limita en ocasiones, te podría decir que no es vida la que llevas pero si vives, porque sientes terriblemente, porque te duele hasta el alma todo, porque lloras, y deseas no despertar un día, solo tocar fondo; y fue allí justo en ese fondo dónde me encontré miles de veces con mi poder creativo, con mi cura, con mi desahogo.
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Reparar no era la palabra clave, la palabra es “CREAR”, la palabra se volvía viva, la vida dolor, poesía, pintura, dibujo y a en ocasiones deseos de suicidio.
Deje mi alma entera en las letras, deje mi corazón hecho pedazos en las tildes y comas de cada oración, con cada palabra su ausencia dolía menos; le escribí tantas veces que lo amaba y que deseaba que volviera. Tantas oraciones con la palabra PERDÓN, me perdí entre tantas notas que escribía, no me daba cuenta de nada y así poco a poco toqué el fondo deseado, no solo plasmar la palabra si no hacerla realidad “Muerte” “suicidio”, frenética sensación, sentir que no quedaba más de mí, de él, de lo que un día fuimos. Era un buen momento para terminar con todo.
Darte cuenta que todo en tu mundo termina, que no tienes certeza de nada es una de las peores sensaciones de la vida, el solo desear ir más abajo, desparecer es sin duda una experiencia que te hace sentir con vida en el estado que estés. Y bueno fue este momento dónde a pesar de estar presente en mi vida estallo, estallo el arte como un poder sanador, de creación y de vida.
Fue el arte: escritura, pintura, fotografía lo que me salvo de la muerte, de sentirme inútil, me quito ese deseo de volver a verlo, de no morirme por él, me alivio mis penas y me multiplico mis alegrías.
Fue el arte la quién me quito el sueño y trajo de vuelta cielos despejados dentro de mi imaginación.
Fue la pintura quién me enseñó a combinar los negros y blancos de mí propia vida para darme color, quien me enseño que el término de una línea no es sino el comienzo de otra.
Fueron las letras las que me dieron una vez más motivos de saberme bien, de saberme sin cargas y sin culpas; de no llorarle amores no correspondidos, y de evitar llegar al odio incluso de mí.
¡El arte me hizo libre!
Por Violeta Tequila
Artista