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Detrás de la Noticia: ‘La madre de las batallas electorales va…’

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Por: Alfredo Martínez de Aguilar

Aun cuando desde que nacemos la muerte es nuestra fiel compañera. Nos acompaña noche y día como sombra imperdible. Hoy, ante la crisis humanitaria planetaria está más presente que nunca. 

A través de la pandemia global del nuevo coronavirus COVID-19, la Muerte, cuarto jinete del Apocalipsis, sigue cabalgando en su caballo bayo por el mundo, dejando desolación a su paso. 

Hay, sin embargo, otra pandemia tanto o más grave por perenne: La creciente inseguridad y cada vez más brutal violencia que, en el caso de México y Oaxaca, cobra dimensión dramática. 

Cada vez sorprenden menos las masacres con cuerpos torturados, mutilados e incinerados, con la complicidad policíaca, como ocurrió recientemente, una vez más, en Tamaulipas con 19 migrantes.  

Al igual que la pandemia epidemiológica, la violencia no respeta sexo, edad, ni condición social. Sus víctimas se dan por igual entre hombres y mujeres, niños, jóvenes y adultos, pobres y ricos.

En Ocotlán de Morelos tuvo lugar el ataque armado al periodista Edgar Leyva Mendoza, director del periódico digital Urbano 24 Horas, en el que murieron su hermana Rosa Isela y su tía Bernarda.

La violencia de la delincuencia común y organizada, se agrava por la creciente violencia política resultante del permanente discurso de odio promovido por el gobierno de la 4T y sus seguidores.

Cuatro días después que el diputado federal del PT, Gerardo Fernández Noroña, incitara a “apretar” al alcalde de Chahuites, Leobardo Ramos, éste fue asesinado a bordo de su vehículo.

El coordinador del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión estuvo acompañado del diputado federal Benjamín Robles Montoya. 

Este lamentable hecho, no es casual ni único, es parte de la espiral de violencia prohijada por los dardos envenenados del cada vez más intenso y permanente discurso de odio lanzado por la 4T.  

Los mensajes de odio contra quienes son vistos como enemigos a los que hay que destruir, no como adversarios a los que hay que vencer pacíficamente, es el huevo incubado de la serpiente. 

A la luz de esta forma de desgobernar, de ninguna manera, es exagerado advertir que al avanzar el proceso electoral se acrecentarán los casos de violencia política con más muertos y heridos.

Es un escenario previsible que puede llevar a convertir las elecciones federales concurrentes localmente de este año, en la madre de las batallas electorales más violentas en la historia.

Los dirigentes nacionales, estatales y municipales del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus candidatos no estarán dispuestos a ser derrotados en las urnas el 6 de junio.

Siguiendo el ejemplo recurrente de Andrés Manuel López Obrador, seguramente, desconocerán y rechazarán las derrotas, impugnarán los triunfos de sus adversarios y judicializarán los resultados.  

Ello explica con diáfana claridad el firme propósito del presidente Andrés Manuel López Obrador por controlar y apoderarse de la Suprema Corte de Justicia de la Nación imponiendo ministros.

Esta actitud hace totalmente entendible, también, por qué desde la cúpula del poder nacional se insiste en agredir y descalificar al árbitro electoral, el Instituto Nacional Electoral (INE).

Estorba a los planes de control político hegemónico de corte dictatorial del presidente Andrés Manuel López Obrador para mantenerse en el poder al precio y costo que sea para conseguirlo. 

Al tratarse el Instituto Nacional Electoral de un órgano autónomo constitucional al igual que otros como el Banco de México y el INAI, afortunadamente, no ha sido ni será fácil desaparecerlos.  

Si estas acciones fallaran en la estrategia nacional diseñada por el gobierno de la Cuarta Transformación no hay que descartar que AMLO, al igual que Trump, incite a una insurrección. 

En ese escenario político, el presidente Andrés Manuel López Obrador echaría mano de los Comités de Defensa de la 4T, creados a lo largo y ancho del país para no perder el poder nacional.  

Hacerlo este año tras conocerse los resultados electorales de la jornada del próximo 6 de junio será un ensayo con miras a desconocer y rechazar el resultado de la elección presidencial en 2024.

Este escenario es un riesgo real, dado el tufo autoritario y antidemocrático del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, obsesionado en mantenerse en el poder, a través de su partido, Morena. 

alfredo_daguilar@hotmail.com
director@revista-mujeres.com
@efektoaguila

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