Con el confinamiento a causa de la pandemia, el Internet se ha convertido en una de las mayores fuentes de información, las actividades digitales como:
videolllamadas, mensajes de voz, canales digitales de entretenimiento, consumo de noticias en directo, mensajería instantánea y redes sociales, han llegado a formar parte del diario quehacer de un alto porcentaje de la sociedad.
Por esta razón, estamos más expuestos a las fake news, que si bien es cierto no son nuevas en la historia de la humanidad, ni en los medios tradicionales, en el ciberespacio y las redes sociodigitales, han encontrado un canal de difusión para lograr su principal objetivo; la viralización de noticias falsas, con el propósito de desinformar sobre un tema específico.
A diario, recibimos información no verificada de todo tipo: remedios caseros para curar el Covid, audios narrando conspiraciones, memes, videos sobre datos financieros, política, electoral, etc., ningún campo informativo parece estar a salvo.
Con el inicio del proceso electoral en México, la estrategia de desinformación va en aumento, proliferan las cadenas en WhatsApp, las granjas de bots, las páginas y grupos de Facebook que simulan ser sitios periodísticos reales, que simplemente buscan propagar mentiras, para manipular la información e influir en la opinión pública.
La apuesta de estos equipos, es que las personas creen mucho de lo que leen en el Internet y sí, además, el dato es repetido mil veces, consideran que tendrán éxito en su objetivo.
Agregando a esto, que los algoritmos se nutren de la actividad web de los usuarios y hace que en nuestros muros aparezcan fake news de temas que nos interesan, lo que aumenta la posibilidad de lectura y alcance de esas publicaciones.
Las redes sociales, han optado por implementar controles más estrictos sobre la amplitud con la que sus usuarios pueden compartir mensajes, en un intento por acabar con la divulgación de información falsa.
En el caso de Facebook, ha apostado por la transparencia en la publicidad política y electoral, la plataforma habilitó a partir del 5 de agosto pasado, nuevas reglas y filtros para identificar los anuncios políticos.
Con esto, cualquier persona podrá consultar quién y cuánto se pagó por esa propaganda y la segmentación del público al que va dirigido.
En el caso de Twitter, el cofundador y presidente de la compañía, Jack Dorsey, anunció en un tuit que desde el 4 de noviembre de 2019, ya no difunden publicidad política en ninguna parte del mundo:
“Aunque la publicidad en internet es increíblemente poderosa y muy efectiva para los anunciantes comerciales, ese poder trae consigo riesgos significativos en la política”, recalcando que el alcance del mensaje político debe ser ganado, no comprado.
Por su parte WhatsApp, una de las vías más utilizadas para el envío de información engañosa, estableció límites a la cantidad de personas con las que puedes reenviar un mensaje simultáneamente (solo permite cinco a la vez), además de limitar el número de veces que un mensaje, puede reenviarse a otros contactos a través de la plataforma.
Esta última medida, afecta únicamente a los contenidos que hayan sido identificados por el sistema como altamente reenviados.
“En WhatsApp, los mensajes que se han compartido muchas veces en distintos chats contienen una etiqueta especial de “Reenviado”. Esta etiqueta, que incluye un ícono de dos flechas, permite que los usuarios identifiquen cuándo un mensaje recibido no fue escrito por uno de sus contactos cercanos. Además, a fin de mantener la privacidad en WhatsApp, a comienzos de este año establecimos límites en el reenvío de mensajes”.
Lo anterior, es lo que ha explicado la compañía en su blog, además de que implementó una función de búsqueda para comprobar la veracidad de estos mensajes, al tocar un botón con una lupa que aparecerá en el chat:
“Creemos que, si brindamos una forma fácil de buscar en Internet los mensajes que se reenviaron muchas veces, podremos ayudar a que las personas encuentren resultados sobre las noticias u otras fuentes de información del contenido recibido”, subraya la empresa.
Pese a todo, las intentonas de manipulación seguirán existiendo, como usuario nos toca tener y apostar, por una mayor cultura digital, aprender a diferenciar lo que es una noticia real de una mentira, leer el contenido (no sólo el título), comprobar las fuentes de las publicaciones y apostar por los sitios verificados, entre otras cosas, es el compromiso mínimo que debemos asumir por el bien de nosotros y el de las generaciones futuras.