La sabiduría práctica y pragmática del viejo sistema político unipartidista del PNR, PRM trocado finalmente en PRI, enseñaba a hacer política, gobernar y administrar, simplemente con saliva.
El caso paradigmático de hacer política, gobernar y administrar solo con saliva, para manipular el inconsciente colectivo, es nada menos que el presidente Andrés Manuel López Obrador.
No obstante su aplastante victoria al arrasar en las elecciones presidenciales del primero de julio de 2018, la emergencia sanitaria por la pandemia del COVBID-19 ha desplomado su popularidad.
En un ejercicio de creación de escenarios políticos futuros desde ya podemos adelantar que prácticamente será muy difícil, casi imposible que López Obrador pueda recuperar su fortaleza.
El inicial declive iniciado hace dos meses, se ha convertido en una clara tendencia en picada en la aceptación de los mexicanos, como resultado de sus yerros económicos, sanitarios y de seguridad.
Por su improvisación y falta de vocación de servicio, la nueva clase política ni idea tiene de la trascendencia del manejo de ideas y palabras para convencer y concientizar o para manipular.
Ello ocurre, a pesar que presumen curricularmente ser expertos en ciencia y marketing político. El mayor problema es que muchos de ellos son seguidores del way of life, estilo de vida americano.
En otras palabras, a la nueva clase política presumidos por Enrique Peña Nieto como “la nueva cara del PRI”, no les importa mínimamente resolver de manera real los problemas del pueblo.
La escandalosa corrupción prohijada por los gobernadores de la calaña de Javier Duarte de Ochoa, Roberto Borge Ángulo y César Duarte Jáquez, fue la puntilla que terminó de hundir al PRI.
Ni siquiera en sus sueños de opio Amlito Moreno Cárdenas soñó e imaginó despierto que los astros pudieran alinearse nuevamente a favor del nonagenario Partido Revolucionario Institucional.
La mayor interrogante es si tendrá la visión y sensibilidad para ver la gran ventana de oportunidad para reposicionarse en 2021 y, sobre todo, los arrestos y tamaños para rescatar al PRI de la corrupción.
Sin ser una actitud simplista ni menos simplona, lograr la recuperación del fallido y corrupto PRI es muy fácil y sencillo, basta recuperar el activismo para abanderar el creciente descontento popular.
Claro, que conseguirlo no es nada fácil, porque ante todo requiere recuperar la integridad como dirigente, entendida como honestidad intelectual y material, y reforzarla con vocación de servicio.
Mucho ayudaría adelantarse al procedimiento ministerial por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera que investiga las cuentas bancarias de Peña Nieto, por presumible corrupción.
La ruta a seguir es práctica y pragmática, para reposicionarse en el ánimo popular en 2021 y 2024; arrebatar la bandera de combate a la corrupción a López Obrador y expulsar del PRI a Peña Nieto.
Por supuesto, hay que llevar las expulsiones al vicepresidente sin cartera Luis Videgaray Caso antes que la Fiscalía General de la República (FGR) les finque responsabilidades por probable corrupción.
Detrás de la noticia por Alfredo Martínez De Aguilar