Jóvenes Letra Roja

UNA UNIVERSIDAD POR LIMPIAR

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La Universidad Nacional Autónoma de México, la UNAM, es hoy en día centro de convulsiones, presionada por las demandas estudiantiles, principalmente, pero lo mismo por sus profesores, que de a poco se levantan para exigir reparos necesarios y urgentes en su situación laboral. Y es que las cosas no andan bien en la que llamamos “nuestra máxima casa de estudios”, en ese señero lugar muchas cosas huelen mal como en Dinamarca, y nos estremecemos igual o más que el joven Hamlet.

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El cobarde ataque de los porros a los jóvenes estudiantes del CCH Azcapotzalco no sólo puso en evidencia la inseguridad que se vive al interior de los muros de la Universidad Nacional, sino la impunidad con que estos y otros grupos facciosos se manejan en la institución. Estos grupos criminales, llamados “porros”, tienen una vigencia de al menos los últimos veinte años, resguardados en especial en planteles del bachillerato universitario como CCH Vallejo o las Preparatorias 9 o 2, y sus acciones en contra de las comunidades de estudiantes, maestros y trabajadores han sido reiteradas y constantes, y en esos veinte años no ha sucedido nada o muy poco, nadie, ni una sola autoridad universitaria ha hecho gran cosa en contra de esa escoria, antes bien, lo que muchos han presumido ante tal impunidad y omisión, es una componenda, incluso un patrocinio de estas autoridades hacia los grupos porriles, de modo que más parecen ser grupos de choque contra los estudiantes, en especial cuando éstos intentan organizarse o manifestarse para tomar parte sobre algún aspecto que les parece necesario resolver en sus escuelas. Esa fue la situación que se originó en CCH Azcapotzalco precisamente, los estudiantes demandaron profesores suficientes, que no se les hicieran cobros indebidos, que se respetaran obras artísticas realizadas por ellos, etc., y la autoridad local fue torpe e inapropiada, al grado de que el plantel se fue a paro de labores, y fueron precisamente los porros los que actuaron, atemorizando y violentando a los estudiantes en paro, al menos en dos ocasiones, para finalmente concluir con su ataque frente a la Torre de Rectoría. Y como nada es casual en la vida política y pública, es comprensible suponer una acción premeditada de las autoridades, no para resolver con base en legalidad sino para violentar, aterrorizar. Pero es también evidente que a alguien se le fue la mano, se excedió y ahora las cosas se han desbordado, pues los estudiantes ya no hablan sólo de poner fin a la violencia de los porros sino de democratizar a la Universidad, pues entienden que el fenómeno de la violencia que se vive en la UNAM sólo puede corresponder a una estructura de poder que es, en esencia, autoritaria.

Cuando menos hablamos de tres tipos de violencia en la UNAM, la de los porros, como grupos criminales de choque contra los estudiantes; la de género, pues el fenómeno de acoso contra las mujeres se cuenta por decenas de miles y los feminicidios son ya una realidad palmaria, y por supuesto, la violencia laboral, esa que viven profesores, en especial de asignatura, que pese a sostener el 70 por ciento de la labor docente en la Universidad, sus percepciones son miserables y sus condiciones laborales bastante magras. Violencia por todos lados, violencia que somete y humilla, violencia que no deja a la comunidad universitaria más que la salida de la protesta y quizás la de la reforma. Y es que detrás de todo este monstruoso contexto hay una estructura de poder que priva en la Universidad Nacional que hace alarde de burocratismo, corrupción y ausencia casi por completo de democracia.

Universidad Nacional

No nos engañemos, la UNAM es un espacio de refugio de grupos de poder del viejo régimen autoritario, de grupos políticos que toman a la casa de estudios como su botín y su base de operaciones, desde la cual han actuado para participar del poder oligárquico que ha mantenido el control del Estado desde finales de los años cuarenta del siglo XX. El priismo, como diríamos coloquialmente, también está incrustado en la Universidad y siempre ha participado del régimen. Pero los vientos de cambio político presionan a esa alta burocracia de raíz priista, que teme por sus privilegios, y ha tratado de ajustarse, ya para entablar relaciones con el nuevo gobierno electo, o para anticiparse a las nuevas reglas por venir, pero en medio de la adaptación ha sobrevenido la crisis interna y tanto estudiantes como profesores, lo mismo que la base de trabajadores, sabemos que es posible que si ya el PRI fue barrido de Los Pinos y otros espacios políticos, también pude ser que sea barrido de la Universidad Nacional. Así que la tarea no es tan simple de entender: si ya hemos empezado a barrer la basura priista del Estado, podemos empezar también a limpiar de esa lacra a la Universidad Nacional Autónoma de México.

Universidad Nacional Letra Roja Por Jorge Ignacio García Ponce

Por Jorge Ignacio García Ponce

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