Proceso de campaña electoral MÉXICO 2018
En el actual proceso de campaña electoral que vivimos en México, muchas cosas son de llamar la atención, una de ellas es el factor de las encuestas. Este instrumento estadístico tiene ya tiempo que se usa en nuestro país, especialmente acompañando el largo tránsito del autoritarismo a la democracia, aunque no ha faltado el debate, a veces agrio, sobre su papel y su influencia en la política nacional. Hoy en día, ese papel y esa influencia son tales, que contrario a lo que sucede en otros países, aquí son materia relevante de los titulares de los medios informativos, y más aún, las encuestas representan casi la primera vuelta electoral en los comicios mexicanos, delineando las posibilidades de unos y otros candidatos. Las encuestas por tanto juegan políticamente, y de modo relevante, por ello es que representan un tema fundamental de análisis.
ENCUESTAS Y ELECCIONES
Las encuestas no son únicamente una “fotografía del momento”, como se les ha querido encasillar, ya que si bien son los números de un universo concreto de personas consultadas en un momento concreto, estadísticamente, en la acumulación de datos, también van marcando tendencias, además, su manejo mediático, tal como sucede en México, también configura narrativas e imaginarios en la sociedad y en el electorado, que rebasan el puro muestreo matemático, por lo que al final del día las encuestas son también un fenómeno cultural y esencialmente político. Con eso en la mente, debemos considerar que hoy en día, esas encuestas son parte de las estrategias y tácticas de las fuerzas políticas, sus liderazgos y candidatos, por lo que debemos analizar el tema con una variable determinante.
En medio de su desastrosa campaña, el PRI y su candidato presidencial, José Antonio Meade, han hecho grandes esfuerzos para remontar su casi permanente tercer lugar y alcanzar al puntero, Andrés Manuel López Obrador, candidato de MORENA y la coalición Juntos Haremos Historia. Sin embargo, la estrategia ha sido extraña, pues el priismo definió que su primer objetivo era conseguir el segundo lugar, haciendo que su rival concreto, no fuera el morenista sino el panista Ricardo Anaya, y en esta lógica a los priistas se les fue buena parte de la campaña. Curiosamente, para esto apareció el factor estadístico a modo, representado por las encuestas de Pop Group, que ha sido la única encuestadora que le ha dado ventajas a Meade, registrando en su favor un ascenso en porcentajes y hasta el aumento de preferencias ante Anaya hasta superarlo, de modo que, casual y raramente, ahora el candidato del PRI está según esto en segundo lugar y hasta con posibilidades de competir con López Obrador. Lo curioso es que sólo Pop Group ha registrado tan alentadores números para Meade, sumado a que nadie, encuestadores reconocidos, periodistas o académicos especializados, nadie sabe nada de Pop Group, encuestadora que apareció de pronto – al menos para temas electorales – y nadie entiende su metodología. Lo cierto es que los datos de esta “casa encuestadora” no son creíbles, menos aun cuando sólo parecen apoyar una narrativa tejida desde la casa de campaña de Meade.
Así como Pop Group parece favorecer a Meade, el caso de GEA-ISA parece abonar en favor de Ricardo Anaya. Existe una narrativa que los panistas y su rémora perredista han deseado colocar con determinación en la opinión pública, la de un “empate técnico” entre Andrés Manuel y el candidato del Frente en las encuestas, lo que favorece a su vez otra idea que también se trata de apuntalar en la opinión pública, la de una “elección cerrada” para el 1º de julio, lo que para algunos implicaría favorecer la estrategia del fraude electoral. Curiosamente, dicha narrativa es apoyada en las encuestas, o mejor dicho, sólo es apoyada por una casa encuestadora, GEA-ISA. Dicha empresa tiene un pasado penoso y podemos ubicarla claramente en el mapa político de nuestro país. Por principio es la encuestadora propiedad de Jesús Reyes Heroles, viejo militante priista y ex funcionario de Felipe Calderón en la muy determinante área de energía, representante además en más de una ocasión de empresas petroleras interesadas, por ejemplo, en las reformas energéticas, tanto la de Calderón y en especial de Peña Nieto; pues bien, la empresa de este personaje ya sabe cómo construir escenarios adecuados para quienes desea favorecer, ya que es la misma encuestadora que en su momento elevó los números del candidato Peña Nieto en 2012, de modo extraño y poco demostrable hay que decir, de modo tal que en su momento el periódico Milenio canceló relaciones con dicha empresa ante su escasa seriedad. Ha sido GEA-ISA la única encuestadora que ha dado números favorables a Ricardo Anaya, la única que habla de un “empate técnico” entre el frentista y López Obrador y por tanto son los datos de esta empresa los únicos citados por los anayistas para argumentar que su campaña va viento en popa. El problema aquí no es sólo que una encuestadora coincida en su narrativa con el discurso de un candidato presidencial, sino que esto coincida también con los dichos de personajes como Lorenzo Córdova, presidente del INE, quien apenas el 10 de mayo, en un conservatorio organizado por el Centro Libanés, dijera en relación con la posibilidad de una “elección cerrada” que el instituto electoral “está partiendo de la premisa de que lo que puede ocurrir es este segundo escenario, donde no se podrá decir con claridad a un ganador”, aunque para curarse en salud afirmara que aun en ese escenario saldría el domingo a las 23 horas del 1 de julio a informar sobre los resultados, según el conteo rápido y pedir a la ciudadanía que espere al Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP). Claro que sobre este personaje sobrevinieron serias críticas sobre su falta de sustento para hablar precisamente de una “elección cerrada”, por lo que se vio obligado a decir que “El INE no hace futurismo, no está especulando sobre el escenario que va ocurrir porque hoy nadie lo sabe. En el INE todos nos preparamos y estamos listos ante cualquier escenario para que tengamos capacidad de respuesta, una capacidad de actuación prevista, planeada y no improvisada”. Pero palabras más, palabras menos, la narrativa de un “empate técnico” y por tanto de una “elección cerrada” son parte del juego discursivo de fuerzas muy concretas que hoy compiten, aunque apoyadas por una encuestadora cuyos dueños tienen grandes intereses en la política nacional.
Ahora, si bien tanto Meade como Anaya afirman cada uno que tienen un “empate técnico” con López Obrador, lo cierto es que existe otra narrativa, que no se ha construido por una u otra encuestadora o por los equipos de campaña del PRI o del PAN. En los últimos cuatro meses cuando menos, la mayoría de casas encuestadoras, como Parametría, Mitofski, Buendía y Laredo, Reforma, Oráculos, han ubicado al candidato de MORENA muy arriba en las encuestas, lo que al día de hoy representa un promedio de 15 puntos de ventaja sobre su más cercano perseguidor. Esta narrativa ha cobrado mucha mayor fuerza en la opinión pública, entre especialistas y aun incluso entre encuestadores, es una narrativa mayoritaria, y no por una cuestión de voluntad de ciertos círculos sino porque es, como dijimos al inicio, una tendencia estadística muy clara y porque dicha narrativa es parte ya del imaginario colectivo.
Los opositores de López Obrador y MORENA se refugian por ejemplo en el tema de los indecisos, hasta se llegan a manejar números, como el nuevo presidente del PRI, René Juárez que habla de 25 por ciento de votos que este sector puede representar. Lo cierto es que los indecisos no cuentan, pues como lo ha dicho Jorge Buendía, de Buendía y Laredo, los indecisos no son un grupo sólido que se pueda medir, pues es toda esa gente que no afirma si votará o no, o si votará por uno u otro candidato, o simplemente que no desea decir por quién votará. Los indecisos son un segmento que las encuestadoras inventaron para meter en ese saco todo lo que no podían medir, por tanto, cada casa encuestadora mide a los indecisos como quiere y les otorga el valor que desea, lo que nos lleva a fiarnos únicamente en la muestra consultada que sí respondió, lo que estadísticamente es totalmente confiable.
En nuestros días, en el México del 2018, es muy claro que las encuestas no son sólo estadísticas, tampoco fotografías del momento, son tendencia medible de las preferencias electorales en el mediano plazo, una construcción de narrativas e imaginarios colectivos y parte del juego político entre las fuerzas que hoy compiten por el poder en nuestro país, y aunque parcialmente podemos conceder razón a Roy Campos, presidente de Consulta Mitofski, cuando en el Seminario del INE afirmó que “el bueno es el conteo del INE”, esto no significa que antes del 1º de julio la lucha política ya viene definiendo condiciones concretas hacia el día de la elección. Podemos decir entonces que las encuestas, nos guste o no, son parte de ese complejo fenómeno político de nuestra actualidad y no pueden salir del radar de nuestro análisis.
Por Jorge Ignacio García Ponce