“LETRA ROJA”
Hace bastante que el proceso electoral en México no tiene que ver con el enfrentamiento entre izquierda y derecha, tal como se ha desarrollado en los últimos doce años cuando menos. Antes al contrario, la presente contienda política está más bien centrada en la construcción de una mayoría, integral y diversa, que sea capaz de imponerse de modo incontestable en julio de este año.
Es muy claro que el priismo está muy lejos de representar una fuerza que sea capaz de sostenerse con el control del poder, por tanto los adversarios serios son, por un lado, los partidos “frentistas”, siendo el principal Acción Nacional, y por otro, MORENA y sus pequeños aliados. Pero aun así, esto no es una disputa entre izquierda y derecha, ya que cada bando se integra con fuerzas de ambas denominaciones. Es ocioso tratar de entender esto como el resultado del relajamiento de los principios de cada uno, pues es claro que los panistas, Encuentro Social o MORENA, no han claudicado de sus idearios generales. ¿Qué es entonces lo que une a los bloques y qué representa esto?
En lo que toca al actual liderazgo que representa Andrés Manuel López Obrador tenemos que es el más relevante en la historia de las izquierdas en México, pues ha logrado sobreponerse a dos elecciones fraudulentas – las de 2006 y 2012 -, conformar un nuevo partido, hacerlo el más votado en 2017, obtener votos en lugares antes insospechados para la izquierda y unificar a la mayor parte de ella para contender seriamente por el acceso a Los Pinos. Pero existe un logro aún mayor: López Obrador y MORENA han conseguido dividir a las derechas de un modo inusitado, las pruebas están a la vista, siendo el panismo la fuerza más desangrada. ¿Por qué las derechas se dividen y se alían con su anterior rival, el que desdeñosamente llegaron a nombrar como “Señor López”? No tiene que ver con cálculo electoral, con intereses inmediatos para acomodarse en un status quo, antes bien se explica por el quiebre de ese status quo y el desastre que se avecina ante una crisis agudizada.
La situación de pobreza, migración, bajo crecimiento económico, atraso social y sobretodo de violencia, impunidad y corrupción es ya insostenible en el país, cualquier diagnóstico nos puede arrojar tal conclusión, pero es tal el nivel de esta crisis en que se encuentra el estado nacional mexicano y su sociedad que no sólo provoca a la oposición de izquierda, sino incluso ya, la falta de consenso al interior de las derechas. No perdamos de vista que quien hoy dirige al Estado mexicano es la facción de derecha más rapaz, la de Atlacomulco, que se ha impuesto, sin ceder espacios, a otras fuerzas de derecha, es más bien un factor de división que de unidad. Es entonces que tanto parte de las izquierdas como de las derechas tienen que buscar canales de comunicación y encuentro para sostener la viabilidad del Estado e impedir que la presión social se desborde inconteniblemente.
Lo que hoy revela la candidatura de Andrés Manuel López Obrador no es sólo el avance de su liderazgo y el movimiento que encabeza, sino la necesidad de construir una nueva mayoría que permita recuperar al Estado, sostener el desarrollo de la sociedad y la paz política. Por tanto, no se trata de una pugna entre izquierda y derecha sino entre una minoría que puede dinamitar al país y una nueva mayoría nacional y restauradora.
Por Jorge Ignacio García Ponce