Anacleto González Flores, presionado por el arzobispo Francisco Orozco y Jiménez a tomar la iniciativa en la guerra cristera, optó por el secuestro del norteamericano Edgar Wilkins, el 27 de marzo de 1927.
Anacleto González Flores, presionado por el arzobispo Francisco Orozco y Jiménez a tomar la iniciativa en la guerra cristera, optó por el secuestro del norteamericano Edgar Wilkins, el 27 de marzo de 1927.