Redacción, Guillermo Casas
¿Deveras estamos en una transformación…? López Obrador insiste en que sí.
La verdad sea dicha, porque quienes hemos transitado por una vida profesional de 55 años, mucho hemos visto. Sin duda, es innegable la profunda corrupción que se vivió durante la administración de Peña Nieto, quien por sus propias limitaciones dejó que gobernara una pandilla de forajidos encabezados por Luis Videgaray Caso. Sin embargo, las condiciones de vida en muchos sectores gozaban de cierta tranquilidad y la capacidad económica de las familias se reflejaba en las cifras del INEGI y de muchos organismos internacionales.
Vaya transformación que hemos vivido… Desde el Seguro Popular desaparecido, sustituido por el INSABI, pasando por la imparable violencia, los abrazos que no han detenido los balazos y las corrientes migratorias provenientes del sur. Estas son algunas de las cosas de las que no solo los mexicanos sino el mundo entero, es testigo. Pero el colmo de los colmos es el abrumador desabasto de medicamentos, ya que derechohabientes del IMSS tienen que emprender recorridos por varias farmacias de la institución para ver si encuentran – de casualidad – parte de los medicamentos que se prescriben, y no me refiero a los que son para el cáncer, también para muchas otras enfermedades, particularmente las respiratorias.
Las recetas prescritas por los médicos familiares llegan incluso a caducar para esperar una consulta, para que les sean otorgadas las nuevas recetas y encomendarse a algún santo milagroso para ver si las encuentran o en caso contrario, verse en la necesidad de comprarlas.
Me queda claro que el Covid-19 ha causado un gravísimo problema de salud y social. Y ante la insensibilidad del ejecutivo no se tomaron las medidas correctas para no abandonar a quienes sufren otros padecimientos, muchos de ellos crónicos y otros degenerativos. No hay más ciego que el que no quiere ver y la manera de ocultar en el discurso político las realidades se convierte en un epistolario mañanero que lejos de resolver los grandes problemas nacionales, altera la realidad ante un segmento de la población que vive confundido. Pero lo mencionado, no es solo lo más grave, estamos viviendo una regresión en las políticas ambientales bajo el pretexto de que quienes generan energías limpias son saqueadores, y el caudillo de este tema, Manuel Bartlett Díaz es el mismo que declaró públicamente, no hace mucho tiempo, que era priista hasta la muerte.
Gran parte de las huestes morenistas provienen del PRI y otros partidos, pero en su mayoría del Revolucionario Institucional, a quien Andrés Manuel le compuso su himno y se convirtió en disidente no solo por seguir a Cuauhtémoc Cárdenas, si no desde que le negaron en el PRI la candidatura al Gobierno de Tabasco habiendo llegado en su lugar: Carlos Madrazo Pintado.
‘Abrazos, no balazos’ y el cinismo de que no existen venganzas, representan la careta de quien con sus actos demuestra una actitud tiránica y ajena a la realidad geopolítica. Después de la pandemia, vivimos una nueva realidad, debe ser también un despertar de consciencia, ya que lo que no haga la sociedad civil a pesar de los embates que ha sufrido, no lo hará el Gobierno. Pero hay un dicho muy sabio: ‘No hay mal que dure cien años… Ni sexenio que lo aguante’.
El discurso mañanero, si a eso se le puede llamar discurso ha llegado al colmo de tratar de convencer a una sociedad que vive en el hartazgo, de que la reforestación mundial, la inventó la 4T, ja,ja… eso denota la falta de visión del grave problema al que nos enfrentamos con respecto al medio ambiente.
El colmo es que ahora AMLO pretende crear una empresa estatal manejada por militares para corporativizar todas las tareas y proyectos que se le han encomendado, pero no vaya a ser que en el fondo pretenda una militarización del estado.
Todo lo que expongo es resultado de lo que he visto y vivido en el transcurso de mi vida profesional, pero sobre todo en los últimos años y a partir del advenimiento de la 4T que llegó por la esperanza de muchos mexicanos, de que esta alternancia sería menos peor.
Y la vida es río…
