Por: Alejandro Basáñez
A principios del mes de agosto de 1925, Plutarco Elías Calles hizo una visita a la Tesorería de la Nación. El secretario de Hacienda Alberto J. Pani, deseaba mostrarle los 36 millones de pesos en centenarios, ahorrados dentro de las bóvedas de seguridad del edificio. El objetivo de dichos ahorros no era otro que cumplir el ambicioso sueño del subsecretario Manuel Gómez Morín de fundar un banco único de emisión de dinero, proyecto irrealizable desde tiempos de Porfirio Díaz. La razón de fundar un banco así, favorecería la solidez de la moneda para transacciones con el extranjero y mayor seguridad para los inversionistas nacionales al haber un solo emisor controlado de billetes.
El 1º de septiembre de 1925, el presidente Calles visitó las instalaciones del Banco de Londres y México en la esquina de 16 de septiembre y Bolívar, lugar donde provisionalmente se ubicarían las oficinas del recién fundado Banco de México.
El gerente del banco, el señor Alberto Mascareñas, saludó en la puerta de la institución al presidente Plutarco Elías Calles. El general Calles venía acompañado del ingeniero Alberto J. Pani, secretario de Hacienda; el diputado Ezequiel Padilla; Luis L. León, secretario de Agricultura y de otros representantes de la banca, el comercio y la industria. Juntos recorrieron completamente las instalaciones del banco, tomándose una histórica foto junto a la bóveda abierta, donde refulgían las decenas de torres de
centenarios que conformaban los ahorros del gobierno.
—Señor presidente —dijo el consejero Manuel Gómez Morín—. Este billete de cinco pesos representa la primera emisión realizada por nuestra noble institución. Es un honor para mí hacerle entrega de esta muestra que representa el billete número uno.
Elías Calles miró el billete por los dos lados, prestando particular atención a la gitana del billete.
—Nos van a comer vivo por poner a esta pinche vieja, Beto —le dijo Calles a Alberto J. Pani al oído.
—Ya habrá algo que inventar Plutarco. No te preocupes
El billete venía extendido en un fino estuche transparente tipo carpeta. El billete tenía en su centro a la famosa Gitana y del otro lado a la columna de la independencia. El general de División lo tomó orgulloso en sus manos para luego levantarlo para que todos lo miraran, seguido con una carretada de aplausos.
El Banco de México, con los ahorros acumulados en diez meses, nació ese año de 1925. En sus inicios comenzó como un banco más, que se excedió otorgando crédito directo a lo generales e instituciones gubernamentales hasta llegar a su límite de préstamos. Con el correr de los años cobró solidez y respetabilidad, hasta ganarse la asociación de las demás casas bancarias hasta convertirse en la robusta institución que alguna vez prometió Manuel Gómez Morín.
Se dice que la famosa gitana del billete era la bailarina española Gloria Faure, amante de Alberto J. Pani. Al viajar a Nueva York para cerrar el trato con la imprenta emisora de billetes, Pani sería acusado de trata de blancas por retener mujeres contra su voluntad en un lujoso departamento en Manhattan, en cuyo interior se encontraba encerrada Gloria Faure, junto con otras bellas mujeres. El escándalo fue tan grande, que al regresar a México Pani presentó su renuncia, a la que Calles contestó que él no quería
eunucos en su gabinete. Gloria tenía otra hermana llamada Laura, que se dice también hizo favores especiales al presidente de México. Al presentar el billete la gente se indignó con la imagen de la bailarina, a lo que la American Bank Note Company, argumentó que la mujer era una bailarina de Argelia sin importancia, sacada de sus archivos fotográficos de 1910.
El ingeniero Alberto J. Pani nació en la ciudad de Aguascalientes el 12 de junio de 1878. Su madre, Paz Arteaga y Terán fue sobrina de Jesús Terán, quien fuera gobernador de Aguascalientes a mediados del
siglo XIX.
La niñez y adolescencia de Alberto J. Pani transcurrieron en un Aguascalientes en desarrollo, aun apegado a una vida campirana y tradicional. Rodeado de enormes sembradíos y hortalizas, palacetes de
un solo piso y un micro mundo, donde todos los vecinos se conocían y convivían por las tardes y domingos en la Plaza Principal.
Alberto J. Pani estudió en el Instituto Científico y Literario de Aguascalientes, fundado por su célebre tío abuelo Jesús Terán. Su estancia en el Instituto lo convirtió en enemigo del porfiriato, pues así lo consigna en su autobiografía: “la forzada paz porfiriana mantenía y perpetuaba el reinado de la injusticia en México”. Por lo tanto no es sorpresa, que después de graduarse en la Escuela Nacional de Ingeniería en 1902, se uniera al maderismo para combatir al decadente régimen porfirista. Esto fue su
involucramiento durante el cual J. Pani colaboró durante cuatro décadas (1911-1952), siempre de manera notable, con los distintos presidentes surgidos de la Revolución Mexicana. Sus cargos más importantes fueron: subsecretario de instrucción pública (1911), secretario de Industria y Comercio (1917 y 1918), ministro de México en París (1918) y secretario de Hacienda (1923-27 y 1932-33). Durante estos años, Pani promovió la creación de instituciones que resultaron fundamentales en la
historia de México durante el siglo XX. Como secretario de Hacienda, creó la Dirección de Pensiones Civiles (el futuro ISSSTE). La Comisión
Nacional de Irrigación, el antecedente de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, y del Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas (BANOBRAS). Fue impulsor de la remodelación,
durante la década de 1930, del centro histórico de la ciudad de México, junto con el Zócalo y la conclusión de las obras del postergado por tres décadas Palacio de Bellas Artes. Aprovechando lo que alguna vez se diseñó como la puerta del faraónico Palacio Legislativo de Porfirio Díaz, se tomó la
estructura y se le convirtió en el famoso y simbólico Monumento a la Revolución.
Alejandro Basáñez Loyola, autor de las novelas: “México en Llamas”; “México Desgarrado”; “MéxicoCristero”; “Tiaztlán, el fin del Imperio Azteca”; “Santa Anna y el México Perdido”; “Ayatli, la rebelión
chichimeca”; “Juárez ante la Iglesia y el Imperio” y “Kuntur el inca”.
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